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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL AUTOENGAÑO DE LA CLASE POLÍTICA

La reacción de los políticos autóctonos al conocer los planes de José Luis Ábalos para la región rayó en el entusiasmo. En un tiempo mínimo se diluyeron los recelos y despertó la empatía. En el caso de Gijón, el cambio fue aún más brusco, al ser recibido el ministro con pinturas de guerra (pancarta, gritos, reivindicaciones) para terminar obsequiándole con productos de la tierra y diciendo al vecindario que todo va viento en popa. La clase política asturiana practica el autoengaño.

Lo ocurrido con las infraestructuras asturianas a lo largo de la democracia invita al escepticismo. Nuestra región es afortunada en promesas y planes ministeriales que en el mejor de los casos disfrutan las siguientes generaciones. Cuando el Gobierno central y el autonómico son del mismo partido el relato oficial de las infraestructuras alcanza el delirio.

En 2009 se iba a acabar la autovía del Cantábrico, la autovía de Oviedo a La Espina, la variante de Pajares y la ampliación de El Musel. Lo dijo el presidente del Gobierno de España, el presidente del Gobierno de Asturias, el delegado del Gobierno, el secretario general del partido, etcétera. Transcurrido el año sin que se produjeran tan felices acontecimientos, nadie dio una explicación o suministró una disculpa. Una década después se comprueba que no hemos aprendido la lección.

Proyectos ‘pintados’

Al producirse el relevo en el Gobierno, el nuevo equipo ministerial de Fomento comprobó que Asturias tenía muchos proyectos ‘pintados’ sin cobertura presupuestaria. Solo entre el plan de vías de Gijón y la red ferroviaria de cercanías sumaban 1.500 millones de euros.

José Luis Ábalos y su alrededor comenzaron a emitir señales negativas. Ante el rechazo generalizado de la región, el Gobierno de los 84 diputados, el proyecto nonato de presupuestos y la compra de pisos con sociedades instrumentales, no tuvo otro remedio que cambiar de táctica y regalar los oídos: ‘todo p’alante’.

José Luis Ábalos sigue el mismo camino que recorrió Íñigo de la Serna. Al empezar el mandato, De la Serna pretendía financiar el plan de vías gijonés con el recurso exclusivo de la venta de terrenos, y con el paso del tiempo llegó a encabezar un proyecto ampliado, hacia el este y el oeste, financiado básicamente por el Ministerio de Fomento. No abrió una zanja, pero dejó un gran recuerdo.

El actual ministro asumió las promesas de su antecesor e integró en sus planes las nuevas ocurrencias locales. En Oviedo, Wenceslao López vio la ocasión propicia para pedir al ministro que incluya en el estudio informativo de la Ronda Norte un túnel de varios kilómetros por debajo del monte Naranco. Lo más simpático del asunto es que el equipo de gobierno municipal pone como argumento la protección de los monumentos prerrománicos. Como si hubiera alguna probabilidad de que un hipotético trazado de la Ronda Norte pudiera afectar a San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco. En el siglo noveno, Ramiro I mandó construirlos en la mitad de la ladera del monte, al abrigo del desarrollismo más depredador.

La falta de realismo abona el terreno de la decepción. Hay que escoger entre hacer muchas cosas a la vez, a ritmo desesperante, o pocas cosas con celeridad. Ya pasaron nueve años desde que se calaron los túneles de la variante de Pajares, y todavía seguimos con el rollo de la catenaria, las vías, la señalización, etcétera. Es probable que todavía falten varios años para que la infraestructura entre en servicio. No hay dinero para todo.

Como los recursos son limitados hay que optar y para hacerlo se necesita establecer una jerarquía de prioridades, algo que solo se puede llevar a cabo cuando se tiene una estrategia política sólida. Pongo un ejemplo. Haciendo abstracción de las competencias de las administraciones, hubiera sido mucho más provechoso para Asturias que todo el dinero malgastado de los fondos mineros se hubiera destinado a construir la autovía del Cantábrico y la variante de Pajares. Hace doce años ya hubieran entrado en funcionamiento (las obras de la autovía finalizaron en 2014; la variante sigue siendo materia de pitonisas).

Ministros

No critico a Ábalos y a De la Serna. Al contrario. Ambos ministros consensuaron todos los proyectos con los políticos autonómicos y municipales. No practicaron el rancio autoritarismo ministerial. La clase política asturiana les ha pedido que hagan todo a la vez, y los ministros extienden sus limitados recursos por el variado mapa regional. No está en sus manos multiplicar los panes y los peces.

Ahora bien, no nos extrañemos si la prolongación del metrotrén hasta el apeadero de la Calzada y el hospital de Cabueñes se inaugura en 2040, justo a tiempo para reemplazar a los automóviles de gasolina o gasoil. Tampoco extrañe a los ovetenses que la Ronda Norte sea una línea imaginaria, como el meridiano de Greenwich, hasta que gobiernen los que cursan la enseñanza obligatoria.José Luis Ábalos no ha cerrado ninguna puerta. El devenir económico dirá lo poco que se pueda hacer y lo mucho que se deba aplazar.

Me gustó el gesto torero del ministro al citarse en la calle, megáfono en mano, con el Sanedrín gijonés; un conjunto de políticos, profesionales y amateur, que aprovechan las mañanas de sol para reivindicar mejoras para la ciudad. A la tarde concilian.

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por JUAN NEIRA

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