La cocina de los partidos políticos trabaja sin desmayo preparando las candidaturas electorales. No es fácil pergeñar una lista de nombres jerarquizada que guarde los equilibrios internos, reflejando la correlación de fuerzas en el interior de la organización, pagando favores y castigando desaires, animando a los jóvenes afiliados y contentando a los mayores, y, de paso, siendo atractiva para el electorado.
En la cúpula del PP hay nervios. Esperaban que en diciembre se confirmara a Mercedes Fernández como candidata a la Presidencia del Principado, y ahora el trámite lo ha retrasado la dirección nacional para el mes de enero. La semana pasada, Pablo Casado confirmó el candidato a presidir Aragón, pero Asturias queda para la cuesta de enero.
Se pensaba que Casado optaría por la continuidad, sin mayor entusiasmo. Una medida para cubrirse las espaldas, ya que en caso de renovar la cabecera de la lista y sacar un mal resultado, la militancia le echaría la culpa. Una explicación plausible y conservadora, como todas las que surgen de los aparatos de los partidos. Por el medio hubo las elecciones andaluzas. El PP obtuvo objetivamente un mal resultado, al perder siete escaños, pero igualó el pronóstico más optimista: ninguna encuesta le daba más de 26 escaños que fue los que consiguió. Y va a gobernar, así que Casado, que pateó Andalucía como si fuese él candidato, está en condiciones de asumir riesgos.
Mercedes Fernández, experta dirigente del PP, deslizó un comentario que no tiene desperdicio: «La situación no está para experimentos ni para gente que no conozca Asturias ni sepa de qué va esto». La típica frase que no entiende nadie, menos para quien va dirigida que no es otro que el mismísimo Casado. En el libro de estilo del PP está prohibido realizar advertencias en público a la superioridad y, menos aún, si se trata del jefe máximo. Debe ser la primera vez en cuatro décadas de militancia que Cherines se salta la norma. No habla a humo de pajas, está pensando en una amenaza real, concreta: alguien que no conoce Asturias ni sabe de qué va esto. Si Casado valora poner de cabeza de cartel a alguien que no conoce Asturias, será que piensa en un ‘paracaidista’, alguien ajeno a la región. Y resulta que además no «sabe de qué va esto». En román paladino: no tiene ni idea de batallas electorales. ¿Es creíble que Casado baraje como posible sustituto de Cherines a un ‘paracaidista’ que no sabe nada de elecciones? Francamente, no. Será que le cae mal a Cherines.