Con unos días de diferencia, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha proporcionado información sobre la trayectoria seguida por la población en los últimos diez años y las previsiones que hay para la próxima década. Asturias ha perdido unos cientos de habitantes con respecto al año 1998, siendo la única comunidad autónoma que ha disminuido en un contexto de fuerte crecimiento demográfico, como lo demuestran los cerca de seis millones de habitantes ganados en España desde la fecha indicada. En la prospección de futuro, Asturias verá reducido el tamaño de su población en 17.500 habitantes para el año 2018, mientras que España contará con 3.800.000 habitantes más que ahora.
Desde hace veinte años somos la comunidad autónoma con unos índices más negativos, al tener la menor tasa de natalidad de España y la mayor de mortalidad. El pulso demográfico condiciona el desarrollo económico y la viabilidad de la comunidad autónoma, tal como la conocemos con su nivel de servicios y de riqueza. Es bueno preguntarse por qué ocurre esto.
Leyendas urbanas
A lo largo del siglo XXI se ha generalizado un juicio que se puede considerar ya un mantra: Asturias pierde población por culpa de las leyendas urbanas. Se han llegado a dar cifras espectaculares sobre el masivo éxodo de los jóvenes licenciados universitarios asturianos a otras partes de España. Una mirada a los censos de los años 2003, 2004 y 2005 permite comprobar que se fueron de 7.000 a 8.000 personas al año, viniendo casi otras tantas: el saldo negativo anual fue de unos cientos de personas. En cuanto al tópico del viaje en autobús a Madrid, digamos que en el año 2005 se fueron a residir a la capital de España 1.245 asturianos, y que 1.335 residentes de Madrid se vinieron a instalar aquí. En el año 2008, el saldo migratorio interprovincial sólo nos fue desfavorable en 222 personas, y el INE prevé que en los próximos años sea positivo para Asturias, hasta dejar un superávit de 1.468 residentes dentro de diez años. Los datos acaban con los mitos. Cosa distinta son los importantes flujos de población entre los distintos municipios asturianos, concentrándose la población en la zona central de la región, a un promedio de más de 10.000 personas al año.
Sigamos por el camino de los datos. El declive poblacional asturiano se acentuará por culpa del desarrollo vegetativo (en el año 2017, las defunciones duplicarán los nacimientos) y por el descenso de la llegada de inmigrantes. La baja tasa de la natalidad permite especular con la falta de políticas favorecedoras de la familia, pero esa argumentación puede extenderse a España entera y, sin embargo, el número de nacimientos es muy distinto en otras regiones. Todo indica que la escasa atracción que ejerce Asturias sobre los inmigrantes y el escepticismo de los asturianos para reproducirse tiene que ver con el empleo. En Asturias los problemas de población son problemas de expectativas de empleo.
Según los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA), Asturias perdió 20.500 empleos en el último trimestre, lo que significa un crecimiento del paro seis puntos por encima de la media española. Como la crisis económica llegó con retraso a Asturias, en el conjunto del año tenemos mejores datos que la media española.
La inteligencia del norte
El comportamiento de la población irá ligado a la solución de los problemas económicos, siendo dos variables que se influyen recíprocamente, porque con una oferta escasa de mano de obra no hay posibilidad de tener un crecimiento económico sostenido. Inmersos, como estamos, en una coyuntura cambiante y adversa, toda la atención se pone en las medidas a corto plazo, donde se está apostando por iniciativas dudosas, como el Fondo Estatal de Inversión Local, cuando debería trabajarse directamente con las pymes que son los verdaderos empleadores en nuestro país. Igualmente, la lucha por la ganancia del poder adquisitivo de los salarios sólo redundará en más destrucción de empleo.
No obstante, la reflexión, a medio y largo plazo, tiene que ir por otros derroteros. Sólo tres regiones, Asturias, Galicia y el País Vasco, van a perder población en los próximos diez años. El mercado de trabajo tampoco se mostró de forma exultante en esas comunidades durante la pasada época de bonanza, porque la construcción y el turismo encontraron un mayor caldo de cultivo en las regiones del Mediterráneo y en los territorios insulares. Ante el declive poblacional y económico, las antiguas regiones industriales deben de poner en juego la inteligencia del norte, visible en un poso cultural superior al de otros territorios.
La solución a los problemas económicos y demográficos asturianos pasa por elevar la calidad de la mano de obra y convertir el centro de la región en una zona de de generación de riqueza y captación de población. En una tierra de progreso. La única solución para Asturias descansa en la mejora de la educación. Hasta la fecha, el Principado se conforma con tener mejores índices sobre fracaso escolar, sin reparar que el bajo número de inmigrantes facilita ese ratio comparativo.
Y qué decir de la Universidad de Oviedo, la institución universitaria que perdió más alumnos de toda España en la última década, que sigue estando lejos de los estándares de calidad de las principales instituciones académicas españolas. Sin fondos europeos y con un Estado en crisis, es necesario revisar la hoja de ruta de la región.