En la ronda de contactos previa a la sesión de investidura, Pedro Sánchez se entrevistó con la formación valenciana, Compromís, que le expuso los problemas de financiación de su comunidad autónoma derivados de ser la región que recibe menos euros por habitante para pagar sus servicios públicos. El presidente en funciones se comprometió a presentar un nuevo modelo de financiación autonómica en el plazo de ocho meses a contar desde la formación del próximo gobierno. Con esa promesa, el líder socialista reactivó la cuestión que más preocupa a los presidentes autonómicos: el reparto de los recursos entre regiones.
Sobre esta cuestión, Adrián Barbón ha realizado varias declaraciones, de las que destacaría dos principios, uno de corte ideológico y el otro puramente procedimental o metodológico. Para el presidente asturiano, el nuevo modelo debe estar centrado en las necesidades de gasto de las regiones y el coste real que supone prestar los servicios públicos en cada territorio. Por ejemplo, en el caso asturiano, la financiación sanitaria debe contemplar una población envejecida y dispersa; en el caso de la educación hay que afrontar la factura de una escuela rural con muy pocos niños, pese al enorme gasto por alumno que supone mantener abiertos esos colegios. Barbón considera que basar la financiación de los servicios en la recaudación fiscal de cada territorio y tomar como única referencia el tamaño de las poblaciones, en vez de las características de esas poblaciones (edad, asentamiento, demandas), es un error profundo y una forma de discriminación.
La segunda premisa que pretende fijar el presidente asturiano es el sistema de negociación del nuevo modelo, al rechazar la bilateralidad. El Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), donde están representados el Gobierno central y los autonómicos, es el órgano adecuado para discutir y acordar la forma de repartir los recursos. Frente a la negociación plural se alza la pretensión de la bilateralidad, que siempre anheló Cataluña. De hecho, en la negociación del actual modelo, aprobado en 2009, hubo mucha conversación previa con la Generalitat antes de abrir el debate en el CPFF.
El propio Pedro Sánchez ya llegó a acuerdos de financiación con Valencia (quita de deuda) sin hablar con el resto. Si prosperase la bilateralidad, como método de trabajo, la balanza se desnivelaría a favor de las regiones poderosas. Asturias, Canarias o Cantabria saldrían perjudicadas.