En la sede del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Álvarez Areces pronunció una conferencia sobre la visión de la Constitución desde las comunidades autónomas en la que lanzó la propuesta de un gran pacto nacional para preservar el Estado del Bienestar. El presidente asturiano considera necesario el acuerdo sobre un nuevo modelo de financiación autonómica, porque en caso contrario aumentará la conflictividad y se deteriorará la calidad de los servicios públicos, pero advirtió que la sostenibilidad del Estado del Bienestar no es sólo cuestión de dinero.
Es importante separar financiación autonómica de Estado del Bienestar. La primera cuestión afecta a la situación económica de las regiones y la segunda tiene que ver con la protección del individuo y la oferta de prestaciones que reciben ricos y pobres por el hecho de ser ciudadanos de este país. Ya sé que la educación y la sanidad, paredes maestras del bienestar, están en manos de las comunidades autónomas y concentran la mayor parte de los recursos que gestionan los gobiernos regionales, pero aunque no existiera el invento autonómico sería pertinente hablar del Estado del Bienestar en nuestra sociedad. Es más, la insolidaridad entre comunidades hace más costoso mantener el bienestar. Sin un esfuerzo de cooperación territorial es muy difícil mantener la calidad de las prestaciones sanitarias, educativas y sociales, así que urge poner en orden las prioridades políticas: lo primero es garantizar los derechos sociales a todos los ciudadanos y luego toca asegurar la gestión autonómica de los servicios, con sus especificidades y señas de identidad.
El Estado del Bienestar se mantiene sobre dos pilares: actividad económica y recaudación fiscal. En un contexto de crisis no cabe hacerse trampas: todos los planes deben supeditarse a reanimar la economía. Si un país se mantiene durante cierto tiempo en recesión económica el Estado del Bienestar se resiente, porque la recaudación fiscal baja. Suecia constituyó un sistema modélico de derechos sociales porque era un país rico. El gran pacto nacional tiene que tener como base el impulso económico, con sacrificios de empresarios y trabajadores, y a partir de ahí el Estado con sus impuestos extiende un manto protector sobre enfermos, niños y viejos.