Mediada la legislatura, los dos partidos que forman el Gobierno de coalición, PSOE e IU, se han percatado que la Sindicatura de Cuentas es el principal instrumento de la política de oposición. Portavoces de los dos partidos tachan a la Sindicatura de falta de objetividad en sus actuaciones y de actuar en connivencia con el PP. Desde el PSOE e IU se critica la falta de interés de los auditores por las alegaciones que presentan los organismos fiscalizados y la extraña peripecia ocurrida con los datos de algún informe que llegó antes a conocimiento de la prensa que al Consejo de la Sindicatura y a la propia empresa afectada por la investigación. Todo muy pintoresco.

Para evitar los juicios de intenciones, y en espera de analizar el tema con más detenimiento, cabe preguntarse si la Sindicatura de Cuentas está jugando en la vida pública asturiana un papel parecido al que desempeñan estos organismos en otras comunidades autónomas. En otras regiones las revisiones de las cuentas de ayuntamientos y empresas públicas no dan paso a un juicio parlamentario con la oposición revestida del papel de fiscal. Asturias es la única comunidad autónoma en que se ha entrado en la dinámica de impugnar las actuaciones de la Administración regional a partir de un control de legalidad realizado por una institución teóricamente independiente. Es curioso comprobar cómo las actuaciones del Principado han pasado la prueba de los tribunales de Justicia, mientras que en otras regiones, con muchas sentencias judiciales adversas, los organismos autonómicos de fiscalización de la actividad económica y financiera no han tenido tanto protagonismo.

Los partidos del Gobierno de coalición plantean el problema en términos políticos, al asegurar que la Sindicatura es un instrumento de la actuación opositora del PP, pero cabe recordarles que el problema lo crearon ellos, porque los tres síndicos fueron elegidos por los grupos que hay ahora en la Junta General del Principado. En el Gobierno y el Parlamento hay los mismos líderes que en el año 2005, cuando se creó la Sindicatura de Cuentas. Desde estas líneas tuvimos ocasión de advertir que personas con un gran currículo político tendrían grandes dificultades para ser árbitros de lo que hacen las partes.