Los goles en propia puerta se entienden por fallo involuntario del autor. Cualquier otra causa sería incomprensible. Pues bien, Pedro Sánchez es una excepción a la regla, ya que decidió anotar un tanto en la portería del Gobierno de España con plena conciencia de lo que hacía al proclamar que la mesa de negociación con el “Govern” quedaba pospuesta para después de los próximos comicios catalanes y de la formación del nuevo Ejecutivo. El anuncio era un rotundo mentís a la promesa de constituir la mesa de negociación a los quince días de formarse el Gobierno de coalición. La iracunda reacción de ERC, el partido que negoció el calendario para la salida al conflicto catalán, estaba cantada, y desde la Moncloa tuvieron que  redactar un comunicado de rectificación. Para demostrar que ganaron el pulso, los independentistas filtraron a la televisión autonómica catalana la información sobre la entrevista que tuvo Gabriel Rufián con Pedro Sánchez en la Moncloa obligándole a desdecirse.

No sólo se constituirá ya la mesa de negociación entre los dos gobiernos, sino que la cita de Sánchez con Torra se mantiene inalterable (el próximo jueves día 6 en el palacio de la Generalitat) y no versará sobre asuntos administrativos, como había adelantado la vicepresidenta Carmen Calvo, sino sobre los temas que cada uno quiera poner sobre la mesa. Torra ya ha adelantado que quiere discutir sobre el referéndum de autodeterminación y sobre la amnistía a los dirigentes del “procés” que fueron condenados.

La operación urdida en la Moncloa, con participación de la primera vicepresidenta, la fontanería del palacio y el propio presidente sólo sirve para hacer visible el papel de ERC como poder fáctico en el actual mandato. El 4 de enero, en el debate de investidura, Gabriel Rufián, desde la tribuna, recurriendo a su conocida afición a la sobreactuación, dijo espaciando las palabras: “si no hay mesa, no hay legislatura”. Lo repitió dos veces. Antes de acabar el mes la advertencia se convirtió en ultimátum y Sánchez mandó rebobinar.

Todo esto sucedió a la semana de protagonizar  el ministro Ábalos unos de los asuntos más chuscos de la democracia, al acudir a la medianoche a Barajas para entrevistarse con la número dos de Maduro, una dirigente que tiene vetada la entrada en la Unión Europea. No recuerdo un inicio de mandato tan accidentado. Ante los tropiezos socialistas, Podemos, el socio minoritario, aparenta ser un partido sólido con sentido de Estado.