En Asturias había una gran expectación ante la publicación del estatuto del consumidor electrointensivo, con la esperanza de que rebajara sustancialmente el precio que paga por el suministro energético la industria pesada, factor diferencial con los competidores europeos, y variable que de mantenerse en el tiempo amenaza con echar a nuestras principales factorías del mercado.
Al conocer el documento, la sensación de fraude es inevitable, porque lejos de defender las producciones de acero, aluminio o zinc, se centra en rebajar la factura eléctrica para cientos de industrias españolas que no les supone el pago de la energía un factor de competencia ni es relevante en su cuenta de resultados.
El Estatuto es la confirmación definitiva de que Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta del Gobierno, tiene un plan para la industria consistente en prescindir de todas las plantas que arrojen importantes cantidades de CO2 a la atmósfera.
Interrumpibilidad
Las alarmas quedaron encendidas en diciembre, cuando se procedió a la subasta semestral de interrumpibilidad (la administración paga a las industrias electrointensivas por desconectarse de la red cuando sea preciso para garantizar el suministro a la población). Por la desconexión, la gran industria, en el año 2017, recibió 525 millones de euros, y en 2018, 316 millones.
El pasado diciembre, el Gobierno sacó a subasta unas ofertas de desconexión que no se adaptaban a las necesidades de las grandes industrias electrointensivas, sino de otro tipo de empresas que consumen mucha menos energía. El resultado fue que la gran industria quedó con las manos vacías y la subasta se ventiló con 4,3 millones de euros.
Es sarcástico que se haya pagado a factorías por desconectarse de la red, cuando ellas en su dinámica de trabajo ya se desconectan voluntariamente. Justo lo contrario de lo que pasa con Alcoa, Asturiana de Zinc, Arcelor, Celsa Acerinox o Ferroatlántica.
El principal instrumento para compensar la factura energética de la gran industria residía en el mecanismo de la interrumpibilidad. Quedaba la esperanza de que lo perdido por la vía de la interrumpibilidad se recuperara con creces con el estatuto del consumidor electrointensivo.
Discriminar
Pues bien, el estatuto siguió el patrón utilizado para la interrumpibilidad: abrir el juego a industrias de otro tipo, que no tienen un consumo verdaderamente intensivo de energía, y favorecer a estas en detrimento de las verdaderas electrointensivas. La discriminación está en las cifras, al subvencionar el consumo del megavatio-hora diez veces más en el caso de las primeras que de las segundas.
La táctica de la vicepresidenta y su equipo consiste en rechazar cualquier rebaja de la factura energética diciendo que lo prohíbe Europa, empezando por la interrumpibilidad.
Pues bien, en Francia ofertaron 1.530 megavatios por el mecanismo de interrumpibilidad. En Portugal, llegaron a pagar a las fábricas 35 euros por cada megavatio subastado. En esos países, el Gobierno no está interesado en cerrar grandes industrias.
En Alemania, la factura de la energía a la gran industria no viene aumentada con el añadido de múltiples tasas e impuestos. Si el Gobierno retirara los peajes, el acero sería competitivo. Bastaba con que quitara los impuestos de generación y transporte. El estatuto apenas reduce cargas para la industria pesada.
El mix
Pedro Sánchez puso en manos de Teresa Ribera, no solo la transición ecológica, sino el mix energético. El primer cometido coincide con su vocación y a él ha dedicado su desempeño profesional; el segundo lo vive como un medio para lograr el primero, de ahí el cierre de las térmicas de carbón.
La clave está en liderar el proceso de descarbonización en el mundo. Estamos en el cuarteto de cabeza, junto a Francia, Suecia y Canadá. Tenemos un 9% de carbón en el mix energético; Alemania, el 24%. En Alemania están orgullosos de su industria pesada.
Tras las térmicas, en el punto de mira está la gran industria. Alcoa va a caer este año (factoría lucense de San Ciprián: emiten 21,8 toneladas de CO2 por cada tonelada de aluminio).
Asturias se juega todo en el envite. Urge recuperar el estatus de industria hiper electro intensiva, que lo hay en el resto de países. El Gobierno tiene que proteger el acero, el zinc, el aluminio, como se protege la catedral de Burgos o el Museo del Prado. Ofende ver tantos desvelos por la cancelación del Mobile World Congress y semejante indiferencia ante las necesidades industriales de la región.
Teresa Ribera siempre reivindica la provisión de fondos para que los territorios dañados por la descarbonización tengan otra oportunidad económica.
La vicepresidenta no repara en que nuestras factorías son viables formando parte de empresas líderes mundiales en su sector. Solo hace falta que el Gobierno les dispense el mismo trato que en los países vecinos.
Por recientes declaraciones, sabemos que a la ‘vice’ le preocupan los grandes incendios. Mayor desolación causaría la pérdida de las grandes industrias en Asturias.