El próximo martes vendrá Manuel Chaves a Asturias para negociar con Álvarez Areces el nuevo sistema de financiación autonómica. El encuentro se inscribe dentro de la gira por las regiones que está realizando el tercer vicepresidente del Gobierno. La primera entrevista tuvo lugar con Montilla; luego, dialogó con Camps, y ayer lo hizo con Marcelino Iglesias. Por lo visto hasta ahora todos los encuentros son constructivos, dejando una estela de optimismo tras las visitas. La sintonía entre Chaves y los presidentes autonómicos se basa en lo avanzado que tenía ya el acuerdo Pedro Solbes con todas las regiones. Las mayores resistencias procedían de la Generalitat, que se siente deudora de las bravatas lanzadas ante los catalanes sobre el rechazo a cualquier modelo que no sea una traslación al texto de la letra del ‘Estatut’.
El Gobierno va a poner algo más de dinero sobre la mesa para contentar a todos, aunque el sistema pueda resultar al final muy poco realista, ya que los recursos comprometidos en la negociación tienen que ser luego refrendados por la recaudación de Hacienda. Sería de locos asumir un mayor déficit del Estado para que los presidentes autonómicos paguen más a sus funcionarios o mantengan redes de servicios sobredimensionadas, como ocurre con alguna red educativa, o promuevan políticas de vivienda que vayan justo en la dirección contraria a lo que hace falta: dificultando la absorción del ‘stock’ de pisos sin vender. Solbes propuso que los recursos globales de la financiación autonómica crecieran en 7.000 millones de euros y la nueva ministra de Economía, Elena Salgado, está dispuesta a saltar ese tope.
Manuel Chaves aseguró en Barcelona que la financiación ‘per capita’ de los catalanes no quedará por debajo de la media del conjunto de las regiones; a Camps le prometió 1.200 millones de euros más cada año y a Marcelino Iglesias le aseguró que valorará lo dispersa y envejecida que tiene la población Aragón. Este último argumento seguro que lo repite en Oviedo la próxima semana.
Puestos a hacer cálculos, a los asturianos nos corresponderá un incremento de 200 millones de euros, o casi. Una cantidad que coincide exactamente con el volumen de fondos estructurales que recibíamos en la gran época dorada del maná europeo, cuando éramos los pobres de la Unión Europea.