Tras un largo Consejo de Ministros quedó aprobado el plan para salir del confinamiento y recuperar, por fases, la actividad social y económica. Ignoro de qué discutieron tanto los ministros, pero el proyecto presentado por Pedro Sánchez carece de sustancia política –como debe ser– y solo puede ser enmendado a base de argumentos técnicos. En buena lógica, el plan del Ejecutivo está realizado por expertos, si bien es cierto que eso no da ninguna seguridad, porque algunos de los asesores de Sánchez han sido los autores intelectuales de los mayores dislates cometidos desde que el virus está entre nosotros.
La idea de tomar como unidad de actuación la provincia no tiene alternativa. Si se hubiera escogido la comunidad autónoma nos encontraríamos con territorios demasiado extensos y variados, poco operativos para tomar medidas concretas en caso de un repunte de los contagios.El presidente dice que, a diferencia de otros países, el Gobierno no ha querido poner fechas, pero al hablar de fases de una duración inicial de quince días está haciendo lo mismo: la normalidad debe alcanzarse para finales de junio, justo cuando empiezan los dos meses de mayor turismo.
A lo largo de las diferentes fases, la actividad económica que se cita es la del sector servicios, y dentro de él todo lo relacionado con el turismo (hostelería, hotelería, restauración, comercio, cultura). Nos jugamos mucho en ese campo: muchos ingresos y mucho empleo. No solo en Málaga, Alicante, Gerona, Mallorca o Tenerife, sino en toda España. Asturias, también. Desde ya, el Principado y los profesionales del sector tienen que pensar en dar un salto de calidad en todo lo que tenga que ver con la asepsia de las instalaciones y los servicios. Hay que dar seguridad. La gente no va a hacer una reserva hotelera con temor al contagio.
Es discutible si el momento elegido es el mejor para iniciar el desconfinamiento, pero a partir de ahí la responsabilidad es nuestra, de todos los ciudadanos. Durante dos meses hemos recibido toneladas de información, incluyendo la propaganda oficial, así que ya sabemos lo que nos jugamos. Cada vez que alguien cruza la línea invisible del distanciamiento social está abriendo una puerta al virus. Si algo ha demostrado COVID-19 es su gran capacidad para optimizar las oportunidades que le dan comportamientos frívolos e irresponsables. Un solo infectado asintomático es capaz de reavivar el fuego en una provincia. La libertad de movimientos es la que pone a prueba la ciudadanía.