Comparecencia de Pedro Sánchez ante los medios, tras las vacaciones. La cita tuvo lugar en un momento muy preciso, cuando los partidos de la oposición acusan al presidente y al Gobierno de escurrir el bulto en plena escalada de la pandemia. Desde que finalizó el estado de alarma, Pedro Sánchez solo sacó brillo mediático de los 140.000 millones de euros asignados para España en la última cumbre europea. El expediente del virus lo dio por cerrado, pasando la patata caliente a los gobiernos autonómicos. Sigue al pie de la letra la doctrina de su gurú, Iván Redondo: que la imagen presidencial solo vaya asociada a mensajes positivos.
Con 7.117 infectados el último día, el presidente confirmó que se trata de un problema de las comunidades autónomas. Según Pedro Sánchez, el Gobierno solo puede respaldar y asesorar. Eso lo dice el líder político que aplicó el estado de alarma para asumir todas las competencias bajo un mando único, y que dejó a la oposición y a los gobiernos autonómicos fuera del foco. Ahora, por arte de magia, da un giro copernicano y dice que los ejecutivos regionales pueden solicitar el estado de alarma y que los presidentes tendrán la posibilidad de comparecer ante el Congreso de los Diputados, con su respaldo. Asegura que delegará todo el poder en sus homólogos autonómicos para que gestionen la emergencia sanitaria. Para que no haya dudas del cambio en el tratamiento político de la enfermedad, Pedro Sánchez situó la pandemia como un problema territorial, gestionado por provincias y autonomías. Pese a haberla anunciado, no se celebrará la Conferencia de Presidentes sobre el inicio del curso académico a finales de mes. Sorteó el compromiso con un truco muy sencillo: tendrá lugar después de haber empezado el curso, así serán los gobiernos regionales quienes decidan cómo y cuándo empezarán las clases.
No hay ningún gobierno en la UE que se inhiba en la lucha contra la pandemia. Igualmente, todos deciden sobre cómo se incorporarán los alumnos a las aulas y el modelo de enseñanza que se aplicará (presencial, online, modelo mixto, etcétera). La estrategia de Pedro Sánchez es insólita y la aplica cuando la escalada de contagios supera los peores pronósticos, mientras profesores, padres y alumnos están desconcertados. Los debates políticos en España están tan viciados que cualquier líder político que ponga el dedo en la llaga será tachado de extremista, insolidario y mezquino, por guiarse por espurios intereses partidistas.