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Juan Neira

LARGO DE CAFE

SÁNCHEZ TOMA LA INICIATIVA

Ante el inicio inminente del curso político, el Gobierno toma la delantera sacando de la agenda el principal problema de España, la pandemia que asuela el país.

Un movimiento audaz, atrevido, característico de la factoría de iniciativas que dirige Iván Redondo desde la Moncloa para ser escenificadas por Pedro Sánchez. Sin darnos cuenta hemos pasado de un problema nacional gestionado a través de un mando único, a diecisiete epidemias distintas repartidas por el mapa de las que se hacen cargo los presidentes autonómicos.

En marzo, Pedro Sánchez recabó para sí las competencias sanitarias que tenían las autonomías, se las devolvió en junio, y en agosto les invita a gestionar las competencias que son del Estado. A partir de ahora, sobre la pandemia el Gobierno se limitará a asesorar.

Nacionalistas

Algunas regiones (País Vasco, Las Canarias, Murcia) alcanzan nuevos récord de contagios, pero el Gobierno no tiene nada que decir, salvo ofrecer 2.000 rastreadores del Ejército para controlar los brotes. Por cierto, allá donde se implica el Ejército (desinfección, rastreo, rescates, misiones en el exterior) las cosas mejoran, lo que da una idea del nivel de competencia de la Administración civil. Será que para los uniformados no rige la semana laboral de 35 horas.

Las comunidades gobernadas por los nacionalistas (Cataluña y País Vasco) suministraron la idea a la Moncloa, a base de insistir en que ellos lo harían mejor. Al final, el Gobierno se inhibe, reemplazado por una caterva de inútiles que no lo pueden hacer peor.

Pedro Sánchez está para otras cosas, no puede distraerse con menudencias, como la contabilidad de los contagios por coronavirus; en julio tuvo toda la atención centrada en el reparto del gran programa de reconstrucción europeo (140.000 millones de euros para España) y en septiembre tiene como objetivo sacar adelante los presupuestos generales del Estado, tras dos años largos gobernando España con las cuentas de Mariano Rajoy. En agosto disfrutó de unas merecidas vacaciones, con auténtica distancia social. Como debe ser.

Casado

La jugada audaz del presidente del Gobierno coge a Pablo Casado de mudanza, desde el libreto de Aznar al modus operandi de Rajoy. Se marcha Cayetana Álvarez de Toledo y Cuca Gamarra ocupa el hueco. No le arriendo la ganancia. El sentido de la transición de Toledo a Gamarra lo explicó el propio Casado: «Tenemos que evitar el error fatal de que para defender las convicciones hay que cavar trincheras y utilizar palabras como puños».

Una vez proyectada la imagen de moderación, llega lo más difícil: ¿Qué deben decir en el Congreso de los Diputados Casado, García Egea y Gamarra ante el gran truco de Sánchez de transferir la responsabilidad de la desastrosa gestión de la pandemia a los gobiernos regionales?

¿Qué crítica van a realizar que no suponga cavar una trinchera o dar un puñetazo dialéctico al presidente del Gobierno? ¿Cómo pueden ser moderados a la vez que descartan la posibilidad de llegar a ningún acuerdo con Pedro Sánchez? ¿Cómo no repara Casado en que el Gobierno de la izquierda nunca fue moderado con el líder de la oposición, sin sufrir por ello ningún coste?

Planteado el viaje a la moderación como una mera operación de imagen, debo decir que me parece más potente la imagen del presidente del Gobierno broquelada por Iván Redondo. Con la cúpula de Génova mirándose en el espejo, el objetivo estratégico de Pedro Sánchez, la aprobación de los presupuestos generales del Estado, resulta verosímil, pese a los intentos fallidos del pasado.

Para empezar la Moncloa ha lanzado la idea de que no son unos presupuestos rutinarios, sino que estamos ante unos «presupuestos de país» (¿otras veces no eran presupuestos de Estado?). Oponerse a ellos es propio de malos ciudadanos, por no decir de enemigos del Estado. Luego, plantean como algo absurdo que contemos con el dinero europeo para relanzar la economía y desde dentro se pongan palos en las ruedas para no avanzar.

Alianzas

Explicitado el discurso llega la cuestión de las alianzas. Ciudadanos está por la labor. Por cierto, qué fácil les resulta a los socialistas llegar a acuerdos con un partido democrático de dimensión nacional, frente al grupo de frikis que le apoyaron en la sesión de investidura.

Para que nadie se ofenda califico de friki (estrafalario) a partidos parlamentarios que quieren que España desaparezca o a los que toman como ejemplo de democracia a determinados episodios de caudillaje tercermundista. En la negociación presupuestaria le ha salido un obstáculo interno al Gobierno de Pedro Sánchez: su socio Unidas Podemos veta la alianza con Ciudadanos.

Lo expresaron sin ambages: Ciudadanos no debe tener “ni voz ni voto” en los presupuestos. Según los portavoces podemitas, Sánchez sabe que no puede contar con sus votos para aprobar unos presupuestos con Ciudadanos. Con lo difícil que resulta en un Parlamento atomizado sacar adelante las cuentas, el sector minoritario del Gobierno se dedica a ponérselo más difícil al presidente.

El otoño dirá en qué acaba este pulso interno. Conviene no engañarse, no están en juego sólo los presupuestos, sino la posibilidad de enderezar la legislatura al aliarse el Gobierno con un partido constitucionalista, dejando al independentismo catalán sin poder decisorio en cuestiones de Estado.

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por JUAN NEIRA

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