Dentro de la trayectoria accidentada de Ciudadanos en la Junta General del Principado, la última sorpresa ha sido el cese de Laura Pérez Macho como portavoz parlamentaria. Una medida tomada desde Madrid por la alta dirección del partido sin dar explicaciones. En el comunicado se apelaba a razones de «gestión interna», que es tanto como no decir nada.
En menos de nueve meses, es la segunda vez que la cúpula de Ciudadanos entra, cual elefante en una cacharrería, en la política autonómica asturiana. La primera ocasión lo hizo para romper el acuerdo alcanzado entre el Gobierno socialista y Cs sobre los presupuestos del Principado para 2020. Tampoco hubo explicaciones, pero todo el mundo entendió que consideraban una afrenta para las siglas de Ciudadanos realizar un pacto con los socialistas.
Abandonos
A punto estuvo de quedar Asturias sin cuentas, pero se salió del trance con la actuación de la diputada Ana Coto que rompió la disciplina del grupo en la votación de los presupuestos, como gesto de protesta ante Madrid, para abandonar posteriormente el escaño y volver a su puesto de trabajo en la Universidad.
El abandono de Coto fue precedido por la espantada de Juan Vázquez, que en los prolegómenos de la sesión de investidura se marchó para casa al comprender que su entrada en la política no iba a significar la participación en un gobierno.
Ser un mero portavoz parlamentario quedaba por debajo de las expectativas levantadas cuando lo fichó Albert Rivera. El exrector presentó su retirada como una cuestión de principios, solidarizándose con la dimisión de Toni Roldán.
Antes de que se cumpliera el primer semestre del mandato, los dos primeros nombres de la lista electoral ya se habían dado de baja. Ahora, con el cese de Pérez Macho, se hace cargo de la portavocía Susana Fernández, que ocupaba el séptimo lugar en la candidatura. Si a Pérez Macho le hicieron la vida imposible, tampoco lo tendrá fácil la nueva portavoz, ya que el grupo parlamentario está dividido. Los cinco diputados se alinean en un tres contra dos. También habrá que rehacer la carga de trabajo, porque más del 40% de las comisiones recaían sobre la anterior portavoz, y no creo que le hayan quitado el micrófono para dejar en sus manos la gestión del grueso de la actividad parlamentaria.
Las trifulcas internas entre los diputados se las podía permitir Ciudadanos cuando era un valor en alza en las encuestas, pero ahora está en caída libre, convirtiendo en una temeridad las depuraciones internas que pueden estimular el abandono del electorado. La experiencia enseña que las talas del aparato ahondan las crisis.
Perspectiva
Lo más interesante es la perspectiva política. En este asunto hay que considerar dos planos, regional y nacional, que están interrelacionados. Desde que Ciudadanos entró en la Junta General (año 2015) no tuvo un solo curso político lucido. Tuvo problemas de ubicación en la Cámara y faltó claridad en los discursos. Intentó durante toda la primera legislatura pactar con Javier Fernández, y el año pasado, cuando logró acordar los presupuestos con Adrián Barbón, Madrid dio orden de retractarse. El discurso político fue una suma de cuestiones parciales –a veces anecdóticas– a falta de un argumento central.
En Asturias el partido naranja tiene una posición curiosa: en los ayuntamientos de Oviedo y Gijón, así como en la Junta General, milita en la derecha. Sin embargo, en la política nacional se ha convertido en un grupo de centro escorado a la izquierda. La contradicción se puede expresar en estos términos: ¿cómo puede el alto mando de Madrid pactar con Sánchez y castigar (Laura Pérez Macho) a los que acuerdan con Barbón?
La respuesta al interrogante pasa por constatar que la alta dirección madrileña no es un todo monolítico. Inés Arrimadas lidera un periodo de transición y en las transiciones se mezcla lo viejo con lo nuevo.
‘Herbívoros’
En la dirección está una secretaria general, como Marina Bravo, que cierra filas con Arrimadas, pero hay vicesecretarios, secretarios y adjuntos que añoran la estrategia del bloque de derechas de Rivera. Gente que progresó en los tiempos en que Fran Hervías era el responsable de Organización (en la jerga interna los llaman los ‘herbívoros’) y que están esperando el momento adecuado para rebobinar la estrategia.
El campo viene abonado por las declaraciones de Albert Rivera en contra de la declaración de las prórrogas del estado de alarma (el elemento utilizado por Arrimadas para pactar con Pedro Sánchez), por considerarlo abusivo. El momento crítico estará en las elecciones catalanas que cogerán a Ciudadanos con el paso cambiado, negociando con el PSOE y dando la espalda al PP y a Vox, justo lo contrario de lo que predicaba Arrimadas hace tres años cuando ganó las últimas elecciones catalanas.
Una sensible bajada de escaños, el escenario más probable, reabriría el debate sobre la estrategia pactista de Arrimadas. La organización asturiana se mueve por la fidelidad a los ‘herbívoros’. No entran en debates de ideas, les basta el escaño. Hicieron la vida imposible a los militantes llegados de UPyD por miedo a perder el mando sobre la organización. Hasta que no neutralizaron a Ignacio Prendes no durmieron tranquilos. Es una historia penosa, carente de éxitos, fecunda en líos.