Las enmiendas a la totalidad del proyecto de Presupuestos Generales del Estado de 2021 fueron rechazadas por casi 200 diputados. Lo que debería ser un logro sin matices del Gobierno se ha convertido en una agria colección de reproches, con participación de algunos dirigentes socialistas. El aspecto más conflictivo es la presencia de Bildu entre los socios presupuestarios del Ejecutivo. El hecho de que haya antiguos etarras en la dirección de Bildu, empezando por Otegi, y que nunca hayan hecho el menor gesto de cortar con su pasado convierte a este partido en un aliado excepcional dentro de una mayoría parlamentaria.
Una cosa es coincidir en una votación y otra, muy distinta, es pactar el proyecto de presupuestos con un grupo que prolonga las emociones y las reivindicaciones de la desaparecida ETA. Hay dos asuntos que hacen más hiriente el pacto de las cuentas: la actitud retadora de los dirigentes de Bildu diciendo que van a Madrid a acabar con la democracia española, y la deletérea secuencia del acercamiento de los pistoleros más sanguinarios de la banda a las cárceles próximas al País Vasco. Que coincidan en el tiempo el ‘sí’ de Bildu y el traslado a la cárcel de Zaragoza del asesino del concejal del PP, Jiménez Becerril, y de su esposa, dejando tres hijos menores de diez años huérfanos, es una casualidad que cuesta digerir. Como ver mejorar la situación penitenciaria del asesino de Miguel Ángel Blanco. En el último mes se han realizado más traslados de presos que entre 2018 y 2019 juntos.
El gran interlocutor del Gobierno con Bildu y los independentistas catalanes es Pablo Iglesias. Para Sánchez contar con su apoyo es una garantía para la aprobación de las cuentas, pero para Iglesias supone imponer el sistema de alianzas que beneficia a Podemos y le abre las puertas a luchar por su gran objetivo político: transformar la democracia constitucional española en un sistema populista, con escasa o nula separación de poderes, liderazgo presidencialista y una economía intervenida por el Estado con el argumento de que quiere favorecer a los pobres. A Sánchez le bastaba con alcanzar más de 175 diputados, pero para Iglesias era fundamental el color de los escaños, por eso luchó por incorporar a Bildu a la mayoría parlamentaria. La gran mayoría de los ministros socialistas carece de opinión, cuando se desarrolla delante de sus narices una operación política de gran calado. Hace ya muchos años que en España para ser ministro no hace falta saber de política.