Los ganadores de la noche han sido el PSC, Vox y la Cup. El socialismo logró un gran resultado, casi duplicó la marca de 2017. Hubo «efecto Illa», aunque no tan avasallador como decía el CIS de Tezanos. Empató en escaños con ERC, pero su victoria en votos es nítida. El triunfo del PSOE se basó en la debacle de Ciudadanos. Recordemos que la victoria de Inés Arrimadas, en 2017, fue muy superior a la de Illa. El segundo ganador es Vox, que pasó de fuerza extraparlamentaria a colocarse en cuarto lugar con 11 escaños. Algo parecido a lo que hizo en Andalucía, al saltar de cero a doce de una tacada. Con una campaña muy meritoria, entre pedradas, han recogido el voto de Ciudadanos más combativo, el que no entiende de pactos transversales y aspira a meter en la cárcel al independentismo. CUP, un partido radical, de combate callejero, ha más que duplicado sus escaños. Se alimentó del electorado independentista defraudado con las sucesivas gestiones de Torra y Pere Aragonés.
El gran perdedor de la noche es Ciudadanos, que pasa de 36 escaños a 6. Un batacazo aún más acentuado que el recibido en las últimas elecciones generales que propició la dimisión fulminante de Albert Rivera. ¿Habrá nuevas dimisiones? La derrota es tan grande que de ella se alimentaron los dos principales ganadores, PSC y Vox. El otro perdedor es el PP, que se queda en tres diputados, marcando un nuevo suelo electoral del partido. Vox, el aliado despreciado por Casado, casi cuadriplica sus escaños. La derecha constitucionalista está en una profunda recomposición y no parece que vaya precisamente por el lado de hacer del PP la casa de todos los votantes de derechas. Podemos repite.
En el análisis por bloques avanzan los independentistas con respecto a hace cuatro años. Aquí hay que matizar. El nacionalismo gobernante (ERC y Junts) pierde un escaño, mientras que la CUP gana cinco. Puigdemont y Junqueras no sacan fruto de la «terrible represión» que sufren. El independentismo tiene mayoría absoluta, pero me apresuro a decir que eso mismo ocurrió en todas las convocatorias menos en 1999 y en 1980. El constitucionalismo pierde cuatro escaños, en un momento en que se hundió su principal formación en Cataluña. De cara a la gobernabilidad siguen abiertas las dos posibilidades: el uniformismo nacionalista con ERC, Junts y el apoyo de la CUP, una alternativa que nunca fueron capaces de cristalizar en el Parlamento, y la opción transversal (PSC, ERC, Podem). En caso de apuesta, no desdeñar la repetición electoral.