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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ARTIFICIO BILINGÜE

Tras la sentencia del Tribunal Constitucional reconociendo que en la Junta todos pueden utilizar el bable, los distintos partidos proponen soluciones para resolver el problema de los diputados que no entienden la llingua. No se trata de un supuesto teórico, Ignacio Blanco (Vox) lo planteó cuando la consejera de Cultura, a medio discurso, dejó de hablar castellano y comenzó a expresarse en bable.

Con distintos matices, PP, Ciudadanos y Vox coinciden en negarse a financiar un servicio de traductores y en ofrecer como solución que el interviniente facilite una copia en castellano del discurso. Foro ha cambiado de doctrina, recientemente, alejándose de lo que era, un partido de centro-derecha (candidaturas electorales de coalición con el PP), aunque de implantación regional, para convertirse en un grupo homologable a los nacionalistas. En consecuencia, Adrián Pumares espera que “Vox y PP, en su obsesión y su cruzada contra el asturiano, no caigan en el ridículo de forzar traductores”.  Por parte de la izquierda los remedios son muy sencillos. Podemos niega el problema: todo el mundo comprende el bable.  IU propone darle el doble de tiempo a los que intervengan en asturiano para repetir la intervención en castellano. A Foro también le gusta esa idea. Ya se sabe, si no quieres caldo, taza y media.  Por su parte, el PSOE sigue estudiando el tema: mientras barajo, no doy cartas.

Bastó la simple presentación de un problema elemental para que salga a la superficie toda la artificialidad que rodea a la cuestión del bable. No se puede afirmar que todos los diputados autonómicos, por definición, legislatura tras legislatura, entiendan el bable. Ni siquiera los 45 diputados actuales superarían un examen sencillo sobre la llingua. Habría sobresalientes y suspensos. La izquierda y Foro afirman interesadamente que lo entiende todo el mundo porque de esa premisa se desprende que en Asturias hay un bilingüismo real. Basta andar por la calle para darse cuenta que es falso. La única fórmula para asegurar que todos los diputados entienden las intervenciones en bable es la creación de un servicio de traducción simultánea. Las réplicas de un debate no se pueden dar por escrito, porque ni el interviniente sabe lo que va a decir. El problema de los traductores es que empezaría a aflorar la factura del bilingüismo y todavía no toca. Vamos a tener una Cámara bilingüe representando a una región que no lo es. Nuestros diputados siempre tan ligados a los intereses de la calle.

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por JUAN NEIRA

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