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Juan Neira

LARGO DE CAFE

DIEZ AÑOS DE TREGUA

El vicepresidente del Gobierno asturiano informó en la Cámara autonómica sobre la inversión de 58 millones de euros en la nueva planta de procesar residuos del Consorcio para la Gestión de los Residuos Sólidos en Asturias (Cogersa). Juan Cofiño afirmó que tendrá capacidad para almacenar residuos durante diez años. Para valorar este dato hay que conocer el camino recorrido hasta llegar aquí.

Evito el capítulo histórico de Cogersa, como ente que puso fin a los vertederos pirata y los vertidos a los ríos. En una comunidad compleja a la hora articular propuestas de dimensión regional hay que reconocer que los consorcios funcionan. No son perfectos, pero son útiles, aunque en alguno se pueda mejorar la representación de los ayuntamientos. El gran salto dado por Cogersa ocurrió  en 1985, a los tres años de formarse el consorcio, cuando se inauguró el vertedero central en Serín. En 2005 se amplió como medida intermedia hasta dotar al consorcio con una incineradora que impidiera la colmatación del vertedero. Fue entonces cuando la opinión pública supo que una incineradora era un equipamiento extraordinariamente caro, entre 250 y 300 millones de euros. Uno asume que el Huca sea costoso, pero en el caso de una planta que quema los residuos que no se pueden reciclar es más difícil de asumir la factura. La inversión se financiaba pagando los ayuntamientos cinco veces más por tonelada que entregaban (de 12 euros a 56). El recibo recaería, como es obvio, en el vecindario. Ese debate ocurrió en la legislatura de 2007 a 2011, siendo sorprendentemente el único tema sobre el que hubo acuerdo entre PSOE y PP. La incineradora nunca se llegó a aprobar (un triunfo de IU y de los ecologistas) y el vertedero que tenía como fecha tope 2015 para recibir residuos se fue arreglando a base de inversiones en otros equipamientos. A la incineradora le ocurrió igual que al embalse de Caleao, dos actuaciones que nos vendieron como vitales para la región, y muchos años más tarde, aunque no se hayan hecho ninguna de las dos, ni nos falta el agua ni tenemos que andar quemando basura al aire libre.

Juan Cofiño garantiza diez años sin problemas para almacenar residuos, lo que en política nos sitúa en el largo plazo. En España a las incineradoras se les pasó el arroz. Con Teresa Ribera al frente del medio ambiente no tienen futuro. El debate sobre las dioxinas no arrojó un resultado claro, pero la “vice” tiene ideas fijas sin necesidad de contrastes. Lo dicho por Cofiño deja una sensación de desahogo.

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por JUAN NEIRA

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