El Ministerio de Educación ultima el proyecto sobre enseñanzas mínimas de Primaria (de seis a doce años) para aprobarlo al acabar las vacaciones, con la pretensión de que entre en vigor el curso 2022-23. Se trata de explicitar lo que los alumnos deben saber en cada curso y al final de la etapa para adquirir la titulación. La decisión se va a tomar tras un bienio excepcional en la educación, con un curso truncado, que acabo inesperadamente en marzo, y otro -el que acaba de finalizar- marcado por el aprobado general, como ya se encargó de facilitar la exministra Celaá y su equipo.
Entre las nuevas directrices se encuentra limitar la repetición de curso a una sola vez. Un discente repite segundo y ya no va a volver a repetir en los otros cuatro cursos, aunque no tenga ni idea de la materia. Así se ponen los cimientos del edificio del saber. El decreto afecta solo a la mitad del currículo, siendo las comunidades autónomas las que se encargarán de la otra mitad. En el caso de que una comunidad tenga dos lenguas oficiales, el Estado les cede el 60% del currículo para que tengan espacio suficiente para inculcar las esencias de la tierra, conscientes de que esa planta hay que regarla pronto o se muere. Como el Principado se encamina hacia el modelo cooficial, imagino que los “escolinos” serán competentes en Sella, Nalón, Navia y Narcea, e ignorantes en Danubio, Volga, Nilo y Amazonas. La importancia de un río estriba en los sentimientos que despierta.
Se va a cursar una nueva asignatura, Educación en Valores Cívicos y Éticos. En ella se estudiarán materias como ecología. No se trata de conocer las distintas formas de producir energía, ecosistemas etc., sino de que los alumnos se conviertan en “agentes de cambio ecosocial”. Es decir, no se busca enseñar sino adoctrinar. Y todavía tienen la osadía de decir que pretenden estimular el sentido crítico. Una materia central dentro de la nueva asignatura es la sexualidad. Se piensa abordar ese contenido con chavales de diez u once años, cuando hoy día realizan un grado en sexualidad entre los 13 y 15 y, luego, inician un máster. Todo por la vía del currículo informal. Toca preguntarse sobre si pretenden transmitir conocimiento a los alumnos o darles una cura de pensamiento políticamente correcto. Proponen abordar las Matemáticas desde la perspectiva de género. Eso debe ir por la raíz cuadrada o por los números complejos. Hablan de acabar con el conocimiento enciclopédico y memorístico. Está claro: basta con hacer clic en Google.