Ciudadanos es un partido en fase terminal. Las catástrofes electorales sufridas en las recientes citas con las urnas, empezando por las últimas elecciones generales, donde pasó de 57 diputados a 10, los comicios catalanes que redujeron su cuota parlamentaria de 36 escaños a 6, y las elecciones en la Comunidad de Madrid en las quedó convertido en partido extraparlamentario, cuando dos años antes había logrado 26 escaños, sitúan al partido naranja en la etapa final de su andadura como organización política. Hemos visto en esa tesitura a otros grupos, desde la histórica UCD de Adolfo Suárez, pasando por el CDS, hasta llegar a la UPyD de Rosa Díez. No es fácil hacer política en esas condiciones, cuando el electorado da la espalda y los oportunistas se tiran del tren en marcha.

Ahora bien, lo que sucede actualmente en Ciudadanos no tiene precedentes. Su antiguo y poderoso número dos, Francisco Hervías, se dio de baja en Ciudadanos y de alta en el PP. Desde un despacho de la sede central de Génova desarrolla el cometido de trasvasar afiliados de Ciudadanos y, sobre todo, cargos públicos, al PP. Esa es su misión. Hay diseñado un plan para ello que consiste en lograr que el mayor número de representantes institucionales de Ciudadanos abandonen los grupos parlamentarios o municipales y se conviertan en diputados no adscritos. Nada de marchar para casa y que el escaño lo ocupe el siguiente en la lista. El truco consiste en vaciar de representación institucional a Ciudadanos para que se presente a las siguientes elecciones generales en un estado de máxima debilidad, lo que beneficiaría a Casado. A los tránsfugas se les promete ir en lugares destacados en las candidaturas del PP.

Hervías pasó por Oviedo, donde se entrevistó con diputados del PP y con un grupo selecto de diputados y concejales de Ciudadanos, donde tiene amigos y admiradores. En el grupo parlamentario de Ciudadanos en la Junta General del Principado hay una mayoría de seguidores de Hervías, los detractores están en minoría. La convivencia es difícil y tras conocer la estrategia de Hervías, la tensión se masca.

Laura Pérez Macho y Armando Fernández Bartolomé han tomado la iniciativa de emplazar a los «herbívoros» (etiqueta que se puso en el partido a los seguidores de Hervías) a desvelar sus planes y piden a Inés Arrimadas que intervenga en defensa de la organización. Es una actuación acertada y valiente que tiene su punto débil en el entorno de Arrimadas. Allí también germinó la semilla que plantó Hervías.