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Juan Neira

LARGO DE CAFE

VENCER O MORIR

La manifestación convocada por la Asociación para el Desarrollo y la Defensa del Medio Rural en Madrid fue un éxito. Quinientas organizaciones relacionadas con la agricultura, la ganadería y el campo -en su sentido más extenso- ocuparon el centro de la capital dando a entender que se acabó la paciencia y llegó el tiempo de dar una respuesta.

La problemática que alienta la protesta es amplia. No es sólo una cuestión de precios de los productos, que también, sino de una mezcla irritante de abandono y exigencia. Gobernar de espaldas al campo no es una novedad, pero ahora se da la circunstancia de que agricultores y ganaderos atraviesan una situación crítica, así que no pueden sobrevivir sin que la Administración atienda sus demandas. Lo más llamativo es que al clásico abandono se han sumado las exigencias, en leyes y reglamentos, para poder trabajar. Al ganadero asturiano se le pide que adquiera el estatus de gerente de empresa, con controles de puerta diarios (visitas, coches, veterinarios), mediciones de todo tipo, anotaciones de multitud de cuestiones prefijadas, cumplimiento de itinerarios, pautas de alimentación, etcétera.

Las explotaciones bovinas tienen que estar a 500 metros de cualquier otra actividad o núcleo poblado. La norma dice cómo tiene que ser el diseño de la granja y su ubicación para minimizar ruidos y olores. Se advierte que los animales deberán tener «suelo uniforme, provisto de cama cómoda, limpia y seca». Todo está hecho por licenciados en las más diversas ciencias que tienen de denominador común el origen urbano. Son tan ajenos a lo que regulan que exigen que todas las granjas «deberán estar delimitadas perimetralmente» para minimizar la entrada de cualquier agente. Se especifica el tipo de cierre («con un pediluvio»). No entro en los purines que tienen tratamiento de material nuclear. Cientos de requisitos concretos acotan la ordenación de las explotaciones bovinas. Así facilita la Administración la vida al ganadero, con normas de imposible cumplimiento e inspecciones periódicas. Hay que tener mucho dinero y medios de producción para sortear las trabas legales. Por eso los ganaderos ocuparon Madrid contra el abandono tradicional y las exigencias burocráticas.

El 29 de diciembre sorprendieron en Oviedo con una movilización sin precedentes y ayer lo hicieron en Madrid. La ganadería y la industria básica, nuestras dos patas, encaran 2022 bajo la disyuntiva de vencer o morir. Hablan de huelga general.

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por JUAN NEIRA

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