Día clave en la hoja de ruta del PP para enderezar el rumbo. En la reunión de la Junta Directiva Nacional tienen que lanzarse mensajes claros, sin ambigüedades, para transmitir confianza a la militancia y al electorado. El PP vuelve a la casilla de salida, cuando Mariano Rajoy fue censurado. En aquel momento todas las miradas se concentraron en Núñez Feijóo; tres años después se vuelven hacia el mismo personaje. Todavía no habían dado un paso adelante Sáenz de Santamaría, Cospedal y Casado y, ahora, ninguno de los tres está llamado a tener protagonismo en la nueva etapa. El PP retorna al mes de junio de 2018, aunque en España y en el mundo han pasado muchas cosas.
Como todos los líderes, Casado se va llevando con él a colegas, amigos, colaboradores. Un pequeño ejército que dejará paso al equipo de Feijóo, un grupo generacional anterior, nutrido de la gente que pudo tratar y trabajar con el líder gallego a lo largo de los últimos treinta años. Como Feijóo tiene veinte años más que Casado, el nuevo grupo dirigente también será de mayor edad. Más maduro. La pacificación del partido es la prioridad y el presidente de la Xunta de Galicia reúne todas las condiciones para lograr ese objetivo. Cuenta mucho la experiencia y tener la cabeza fría para evitar los tics autoritarios. Los barones autonómicos confían enteramente en su valía para restañar las heridas.
Al candidato ideal para dirigir la nave del PP no se le pide sólo que pacifique la vida interna, sino que gane las próximas elecciones generales y desaloje a Pedro Sánchez de la Moncloa. Reconozco que para lograr esa meta, Feijóo tiene una gran ventaja sobre Casado: ya ganó cuatro elecciones autonómicas por mayoría absoluta. Es un delantero centro que tiene confianza en sí mismo porque metió muchos goles a los rivales. El público también lo sabe y despierta más confianza. Casado carecía de ese aval y necesitaba marcar tantos enseguida. La ansiedad es una mala consejera y abandona la cancha de juego sin haber conocido otra cosa que derrotas. Ahora bien, vencer en la tierra chica no garantiza nada. Su antecesor, Fraga Iribarne, también ganó cuatro elecciones en Galicia, pero previamente había perdido otras cuatro elecciones generales. Los barones creen que la moderación y el centrismo de Feijóo les abrirán las puertas de la Moncloa. No quiero terminar con una provocación, pero eso sólo ocurrirá si Sánchez se derrota a sí mismo. Ya hay un precedente: Rajoy gobernó porque Zapatero logró que la sociedad lo detestara.