En lo que va de legislatura el Principado ha dado 43 millones de euros en concepto de ayudas directas. De ese gasto público se han beneficiado los ciudadanos que cumplían con una serie de requisitos para comprar ordenadores, acceder al cheque bebé, obtener libros de texto, comprar coches o incorporarse a la TDT.
Las ayudas directas fueron concebidas en un momento de bonanza, cuando el alza de la recaudación fiscal permitía fijarse objetivos cada vez más ambiciosos. De ahí surgieron las subvenciones a la paternidad o la sustitución del sistema de becas para libros por el reparto de material escolar para todas las familias que sus ingresos anuales estuvieran por debajo de los 60.000 euros. Una regla general que tuvo su excepción en las bonificaciones para la compra de coches, un programa puesto en funcionamiento el pasado mes de mayo, cuando la industria automovilística pasaba por una coyuntura angustiosa por la caída de la demanda. Esta fue, sin duda, la ayuda más interesante desde la perspectiva de los intereses generales, ya que aunque las subvenciones recayeron en ciudadanos concretos, la finalidad de las mismas estaba en el respaldo a un sector industrial que tiene una gran importancia por el empleo directo e inducido que comporta. Además, las administraciones por la vía fiscal rescataron el 90% del dinero gastado en subvencionar la compra de automóviles.
Las ayudas directas dividen al PSOE e IU. Los socialistas están a favor de las mismas, y los recortes que van a aplicar están motivados por la falta de recursos. Sin embargo, IU está en contra de las ayudas directas, y quiere introducir la progresividad en su concesión, de modo que beneficien a las familias de renta más baja. Hay determinados programas, como en el caso de los libros de texto, en que llevan razón los dirigentes de IU, ya que el límite de los 60.000 euros para obtenerlos gratis es muy elevado. El antiguo sistema de becas, al que se podían acoger casi la mitad de las familias, era mucho más justo. Lo mismo cabe decir del cheque bebé al que acceden en igual de condiciones un padre desempleado que un papá banquero. No obstante, en la ayuda a los sectores industriales, el baremo no puede ponerse en función del consumidor sino en los intereses sociales (empleo) que hay en una determinada actividad económica. La ayuda a los coches debe mantenerse.