Se celebra el XX Congreso Extraordinario del PP en Sevilla. En el mismo sitio, en 1990, se celebró el primer congreso del PP, tras cambiar el nombre del partido (Alianza Popular). La cita estaba pensada para relanzar a Aznar, como nuevo presidente, tras el fracaso sufrido por el partido bajo el liderazgo de Hernández Mancha. La situación era muy delicada. Felipe González gozaba de una hegemonía incontestable (175 escaños), la sucesión de Fraga se había torcido y Aznar prometía encabezar un viaje al centro para captar los votos del CDS. Rememoro estas circunstancias para mostrar el paralelismo con las que rodean al XX Congreso Extraordinario. Sobre el cuadro anteriormente expuesto, Feijóo tiene un aspecto a favor y otro en contra. En la actualidad, la influencia de Pedro Sánchez en la sociedad es muy inferior a la que tenía Felipe González y cuenta con 55 escaños menos. En su contra opera que a su lado no está un CDS declinante, sino un Vox ascendente que aspira al ‘sorpasso’.
Feijóo llega con ideas claras, al apostar por una gobernanza interna basada en la entente con los barones; designó para puestos destacados a gente que ascendió en política bajo el auspicio de otros líderes: Gamarra (Casado), Bendodo (Moreno). Ante los asistentes al Congreso insistió en que el PP es el partido del centroderecha reformista y dijo: «Reivindico el Partido Popular de las mayorías absolutas de José María Aznar y Mariano Rajoy. Es la meta a la que no voy a renunciar nunca». Ese es el desafío. A día de hoy, las encuestas no permiten atisbar, ni por lo más remoto, un PP con mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, pero la política cambia y en coyunturas como la actual, pueden hacerlo a gran velocidad. No obstante, haría bien en no cerrar la puerta a una alianza con Vox, porque lo que no se puede permitir el PP es establecer vetos que terminen por dejarlo en la oposición.