La situación en el sector energético es preocupante y Asturias, como región con gran tradición energética, sufre los problemas y desajustes del sector. La coyuntura es un calco de lo vivido en los primeros años noventa del siglo pasado, aunque cambiando la energía nuclear por el gas y las energías renovables. Las empresas eléctricas estaban entonces muy endeudadas (¡cuatro billones de las pesetas para poner en la red 10.000 megavatios!), producto de la gran inversión realizada en centrales nucleares, y con la llegada de la crisis económica cayó la demanda de electricidad, dejando a las empresas con un exceso de capacidad.
Ahora, las inversiones en centrales de gas de ciclo combinado y en campos eólicos han elevado las deudas de las empresas, y la caída de la demanda de electricidad puso en evidencia la sobrecapacidad del sector. Mucha oferta para tan poca demanda: difícil solución. Entre enero y septiembre, el momento punta del consumo eléctrico estuvo en 44.000 megavatios/hora, y la capacidad instalada alcanza los 90.000 megavatios/hora. Dicho de otra manera: en el momento de mayor consumo eléctrico del año había más de un 50% de capacidad ociosa.
Carbón
Primera víctima, el carbón nacional apilado por millones toneladas sin que ninguna central térmica lo quiera quemar. Además de ser caro y de mala calida, no resulta necesario. De toda la electricidad generada en lo que va de año, sólo el 13% tiene su origen en el carbón, de importación, se entiende. La solución pactada por el Gobierno con las empresas eléctricas consiste en convencerles de quemar carbón español recibiendo una prima que oscila entre los 47 y 63 euros por megavatio/hora de electricidad generado, por encima del precio de mercado. Iberdrola, HC Energía y Unión Fenosa van a empezar a quemar carbón asturiano. Ahora que son tan populares los sobrecostes, digamos que el carbón nacional se va a pagar con un sobrecoste del 63% con respecto al precio del mercado mayorista.
Como la demanda eléctrica es baja, la reactivación del carbón nacional supone dar descanso al gas, fuel y al carbón de importación, lo que implica compensaciones económicas. El acuerdo con las empresas mineras supone un desembolso de 4.700 millones de euros para el Estado en los próximos tres años. De no quemar nada de carbón nacional vamos a pasar a poner la caldera al rojo vivo, generando 27 millones de megavatios. Aunque la operación tiene cobertura legal, debido a que cada país puede fijar su reserva estratégica (el 15% de la energía generada a partir de fuentes propias), la Unión Europea mira con ojos atónitos el apoyo al carbón contaminante mientras se lucha por limitar las emisiones de CO2. Nos van a buscar las cosquillas, por mucho que se haya comprometido Zapatero con los sindicatos.
Renovables
Otro exceso de capacidad es de las energías renovables, que debería tener instalados 20.000 megavatios en el año 2010, y ya hay 18.000 megavatios y otros 14.000 solicitados. Este entusiasmo de las empresas por generar electricidad a partir de fuentes renovables se entiende si decimos que entre el 2004 y el 2008, recibieron una prima global de 9.875 millones de euros por la energía limpia.
Y qué decir del gas, el principal input energético. Entre la caída del 13% de la demanda y las disposiciones del Gobierno de dar primacía al carbón nacional y las fuentes renovables, está en horas bajas. El puzzle no encaja, porque el nuevo gasoducto (Medgaz), proyecto prioritario, va a meter 8.000 metros cúbicos de gas en España, cuando los ciclos combinados están parados y los que se iban a construir en Asturias postergados. En Asturias, sólo es previsible, a corto plazo, el concurso de los dos ciclos de HC Energía en Soto de Ribera.
Ovidio
Estábamos en estas, cuando surgió la gran sorpresa al oponerse Ovidio Sánchez a la construcción de la línea de alta tensión, Sama-Velilla, pese a estar el trazado acordado por los gobiernos de Asturias y Castilla y León, y contar con un informe favorable del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, mientras se espera la conclusión del estudio de impacto ambiental. Llevamos 30 años esperando los nuevos tendidos que garantizan la evacuación eléctrica y, ahora, cuando se divisa el final llega el líder de la oposición asturiana para sumarse a la larga lista de novelistas que se preguntan: ¿Para qué exportar energía?
Ya podemos contar con la regasificadora, con las ayudas a quemar el carbón asturiano, con el nuevo plan regional de construcción de campos eólicos, que suministrará 1.600 megavatios/hora a la red, que si no contamos con las nuevas líneas de alta tensión, Sama-Velilla y Soto-Penagos, el resultado será semejante a tener el actual parque móvil e ir a Castilla por la carretera de hace cuarenta años: alto de La Manzaneda, alto de El Padrún y Puerto del Pajares. Lentitud asegurada, riesgo potencial y muchos percances.
Por mucho que repunte la demanda eléctrica será imposible que Asturias mantenga sus fuentes de generación si prolongamos el actual estatus de isla energética, con dificultades para garantizar el abastecimiento de electricidad. Lo más llamativo es que los mismos que aplauden cualquier exigencia de los sindicatos mineros, quieren retrasar el transporte de la electricidad que genera el carbón. Y los mismos que se quejan de la falta de oportunidades de los jóvenes y su exilio madrileño, no miran por el mantenimiento de los puestos de trabajo para las nuevas promociones de ingenieros. Mientras en Madrid, Gobierno y PP negocian el pacto de la energía, en Asturias, la oposición prefiere pactar con la Diputación de León.