El presidente Areces y el consejero de Economía, Jaime Rabanal, tratan de confeccionar unos presupuestos que cumplan con los requisitos de mantener la inversión productiva y el gasto social, pese a la caída de la recaudación tributaria. A esas dos premisas deben incorporar la petición de IU de presentar unas cuentas regionales con crecimiento sobre el presupuesto actual. Con esos condicionantes se trabaja sobre un borrador que incluya la disminución de los recursos en cuatro consejerías (Infraestructuras, Cultura, Administración Pública y Economía), para poder aumentar el gasto dedicado a la sanidad y al bienestar social. La consejería de Medio Rural, como la de Educación, se mantendrá en los parámetros actuales.
La pérdida de ingresos fiscales complica cualquier elaboración presupuestaria. El aumento del paro y la frágil situación de las empresas hacen que sea muy difícil recortar gastos. A los rasgos de la coyuntura hay que añadir las particularidades de un gobierno de coalición donde se reproducen las discusiones del Parlamento, aunque sin luz ni taquígrafos. El crecimiento del gasto en sanidad y bienestar social resulta obligado. En el caso de la Consejería de Salud basta con mirar hacia atrás y comprobar que todos los años aumenta por encima del propio presupuesto; en los dos últimos ejercicios las previsiones se quedaron cortas y hubo que trasvasar recursos de otras consejerías para pagar sueldos. En la Consejería de Bienestar social y Vivienda hay razones derivadas de la aplicación de la Ley de Dependencia y del salario social para destinar más recursos al departamento de Noemí Martín. En el capítulo de la vivienda no sería necesario aumentar las partidas para satisfacer la escasa demanda, pero en Asturias, como en otras regiones, estamos embarcados en programas que convierten la vivienda libre en protegida. El tiempo dirá si corrigen el exceso de oferta.
Estoy seguro que PSOE e IU llegarán a un acuerdo. Aunque las posiciones estuviesen muy alejadas (no es el caso) también acabarían pactando las cuentas regionales del próximo año, porque en caso contrario se rompería el Gobierno, una posibilidad que sólo interesa al PP. Descartada esa alternativa, la reflexión crítica debe ir sobre el acierto del presupuesto que llegará al Parlamento, donde será ratificado sin cambiar una cifra.