Todos los gobiernos autonómicos han publicado sus proyectos presupuestarios para el año 2010, con una excepción: Asturias. Nuestra región tiene las cuentas más saneadas que la mayor parte de las regiones, pero la elaboración de los presupuestos se encuentra atascada en una negociación farragosa entre los dos partidos de izquierda. IU quiere más dinero para las áreas que gestiona y los socialistas dicen que ya recortaron todo lo que podían de las suyas para aumentar el dinero destinado a la Consejería de Salud y a la Consejería de Bienestar Social y Vivienda.
Como las negociaciones internas de los gobiernos no son públicas, cada parte puede decir lo que quiera aunque en algunos casos las hemerotecas permiten poner blanco sobre negro: las cifras del año 2009 no se pueden acomodar a conveniencia. De los testimonios de unos y otros se puede deducir que los socialistas van cediendo sobre las cantidades iniciales, elevando la cuantía destinada al Bienestar Social para vencer las resistencias de IU. La limitación de las cesiones viene marcada por la escasez de los recursos.
La confección de los presupuestos es más laboriosa en Asturias por la dinámica emprendida en el anterior mandato, cuando la economía atravesaba el ciclo más expansivo de las últimas cuatro décadas y había dinero público para cualquier proyecto. En el pasado mandato las asignaciones de las consejerías de IU crecían muy por encima del global de los presupuestos. Acostumbrados a esa trayectoria alcista, los responsables de la coalición se ven ahora sorprendidos al tener que gestionar recursos constantes con demandas crecientes.
La negociación presupuestaria en Asturias está organizada sobre una estrategia viciada, que consiste en trasladar al interior del Gobierno las premisas de la negociación sindical. En vez de asumir la problemática general del Principado, el socio minoritario mira por los suyo, y que Areces se las arregle para encajar el puzzle. La misma estrategia siguieron los catalanes en la financiación autonómica. Es difícil de asumir que en un Estado cada región vele por sus exclusivas necesidades, pero dentro de un Gobierno es mucho más difícil parcelar los intereses. La izquierda dedica el otoño a pelearse por cuotas entre consejerías sin que nadie levante la voz para destinar recursos a mantener el empleo.