La IV Conferencia de Presidentes ha concluido con un fracaso rotundo al no alcanzarse ningún acuerdo. Todos los participantes en el encuentro tienen responsabilidad en tan negativo resultado, empezando por Zapatero y terminando por los representantes de Ceuta y Melilla. No hace falta aclarar que la mayor responsabilidad recae en el Gobierno central que es el que lleva la iniciativa en el foro, escogiendo los temas que se tratan y las resoluciones que se votan.
Zapatero culpó a los presidentes del PP del fracaso de la reunión, por actuar con interés partidista. Es muy probable que de la IV Conferencia de Presidentes no hubiera salido nada positivo, fuesen cuales fuesen las propuestas de Zapatero. Con las encuestas a favor, el PP huye de los acuerdos. Aún así, es necesario señalar que el Gobierno cometió grandes torpezas, facilitando la negativa del PP. Veamos. No se puede ir a un encuentro de esa naturaleza sin haber celebrado muchas reuniones previas de trabajo. Los acuerdos no se improvisan sobre la base de presentar a última hora un documento oportunista que incluye medidas del PP ante la crisis. Tampoco es de recibo mezclar la Ley de Economía Sostenible con los temas propuestos, máxime cuando en el reciente debate parlamentario no obtuvo ni un apoyo fuera de los escaños socialistas. Si Zapatero quería tratar asuntos relacionados con la crisis económica, lo mejor era escoger temas muy concretos, porque de los debates parlamentarios sobre la crisis se deduce que no hay base para el consenso. Pensar que los gobiernos autonómicos del PP iban a contradecir a Rajoy es propio de ingenuos o demasiado listos.
Las referencias centrales del debate fueron el empleo y el déficit público. Dos grandes asuntos. Sobre el empleo, el Gobierno proponía la creación de un grupo de trabajo. Una propuesta burocrática que escondía otra propuesta burocrática: reconocimiento académico a partir de la experiencia profesional. Pésimo abordaje al mayor problema del país. El déficit público es un asunto muy preocupante que afecta de lleno a los gobiernos autonómicos. Poca autoridad tiene sobre ello Zapatero cuando dio este año más margen que nunca para el endeudamiento a las regiones y miró para otro lado cuando este otoño los gobiernos autonómicos, con la Generalitat a la cabeza, aprobaron cuentas expansivas y deficitarias.