El consejero de Salud, Pablo Fernández, y la directora gerente del Sespa, Concepción Saavedra, presentaron en Gijón los presupuestos del Principado referidos a su área. Aunque solo fuera por el volumen de dinero dedicado a la sanidad, más del doble que a la siguiente consejería, la cuestión ya sería relevante. Pero si además hablamos del bien más valorado por los ciudadanos (la salud), concluiremos que el debate presupuestario deberá dedicarse en buena medida a este asunto, ya que si solo se pudiera recurrir a un aspecto para juzgar la gestión de los gobiernos autonómicos ese sería el de la sanidad.
Algunas de las cosas que anunciaron el consejero y la gerente tienen importancia para la Administración y los trabajadores, pero para el ciudadano medio no son relevantes. Que haya miles de empleados eventuales (2.165) que pasen a ser interinos y otros miles de interinos (4.793) que quedan fijos en la plaza que estaban ocupando hará felices a todos los beneficiados con la promoción administrativa, pero los pacientes y futuros pacientes no mejoran con la medida. Sin embargo, sí es importante el incremento de recursos para la Atención Primaria: un 28% de todo lo que va destinado a la sanidad. Teniendo en cuenta que los centros de salud concentran las quejas ciudadanas y es en ellos donde está el personal más desbordado por las demandas de los pacientes, habría que aclarar en el debate parlamentario si no es preciso destinar aún más recursos. Pensemos que la situación es tan desesperada que se paga un incentivo económico para que trabajen los médicos jubilados en los centros de salud. No sé si la problemática de la Atención Primaria se soluciona con un incremento de 38 millones sobre los presupuestos del actual ejercicio. Crear la figura de directores en Atención Primaria servirá, sin duda, para fortalecer la estructura de la red, pero dudo que a los pacientes les suponga algún beneficio. Abrir los centros de salud por la tarde es una mejora indudable, siempre que responda el personal sanitario. La experiencia habida en Gijón, basada en la voluntariedad de los profesionales, resultó fallida.
El debate sobre la sanidad es forzosamente social y político: ¿volverán los centros de salud a la situación en que estaban antes de la pandemia? ¿Los presupuestos garantizan la reducción de las listas de espera en los hospitales? ¿Cuánto dinero se va a destinar para concertar con la red privada? ¿Cuántas plazas de estudiantes de Medicina se ofertarán en la Universidad de Oviedo?