La mayoría de izquierdas ha rechazado la enmienda a la totalidad sobre los presupuestos del Principado presentada por el PP. Empieza así el cómodo y rápido tránsito del proyecto presupuestario del Gobierno por la Cámara autonómica. Lo normal es que el partido de la oposición presente una enmienda a la totalidad de las cuentas y que ésta sea rechazada por los grupos que sostienen al Gobierno. Quedamos a la espera de ver el resultado de las enmiendas parciales, porque sería difícil de entender que todas las modificaciones del PP acabaran en la papelera. Alguna idea aprovechable tendrá la oposición susceptible de ser incorporada a los presupuestos.
Aunque el resultado de la votación estaba cantado, la sesión no pasó en balde, porque IU planteó un interesante debate sobre los impuestos al proponer una profunda reforma fiscal para aumentar la recaudación, que se destinaría a sostener los servicios públicos y cambiar de modelo productivo. Jesús Iglesias se refirió a las rebajas fiscales de la última década, como “desmanes fiscales”. Ramón García Cañal señaló que el abultado déficit público tendrá como respuesta la subida de impuestos de la izquierda.
Desde finales de primavera, cuando se hizo patente que el déficit de las Administraciones subía como la espuma, se empezó a hablar de alzas fiscales. El Gobierno lanzó multitud de globos sonda, que fueron precedidos del incremento en los Impuestos Especiales (gasolina y tabaco). Luego llegaron las subidas generalizadas (eliminación de 400 euros en IRPF, elevación de gravamen para las rentas del capital y para el IVA) que fueron presentadas como un alza “limitada y temporal”, aunque se trató de la mayor subida fiscal de la democracia. Ahora, al acabar el año, Areces asegura que la fiscalidad verde es imparable y Jesús Iglesias propone aumentar los impuestos para financiar mejor los servicios públicos. El déficit de las Administraciones está a niveles históricos y una manera de recortarlo es aumentando los ingresos. Antes de entrar en prolijas distinciones entre figuras fiscales (directos e indirectos, para ricos y para pobres), los gobernantes tienen que resolver una cuestión previa: fijar el límite por encima de cual los impuestos producen más daños que beneficios, cerrando empresas, congelando el consumo y aumentando la economía sumergida.