Álvarez Areces ha anunciado que el consejo de administración de Cogersa va a tomar la decisión de instalar una planta incineradora en Serín, con carácter inmediato. Se termina así el impasse abierto hace cuatro años, cuando la Junta General del Principado instó a realizar un amplio debate, pese a que los responsables de Cogersa ya tenían las cosas claras y habían visto que la incineradora era la única opción segura ante la saturación del vertedero. En el año 2006, el mandato parlamentario de debatir fue una apuesta deliberada por perder tiempo, en espera de una época más pacífica para gestionar las diferencias entre PSOE e IU. En aquel momento faltaban quince meses para las elecciones autonómicas y el Gobierno de coalición podía resentirse. Vuelve a repetirse el mismo escenario, estamos a dieciséis meses de las elecciones e IU es un socio de Gobierno contrario a las plantas de valorización energética, pero hay una diferencia cualitativa: la puesta en marcha de la incineradora llevará más de cinco años y cualquier retraso obligará a volcar los residuos en algún vertedero improvisado. Dicho de otra manera: a la fuerza ahorcan.

Jesús Iglesias criticó el posicionamiento de los socialistas y advirtió que no favorecerá las relaciones dentro del Ejecutivo. La postura de IU era de esperar, ya que llevan muchos años oponiéndose a la instalación de un horno en Serín. Los métodos del reciclaje y la biometanización, que defiende IU, deben aplicarse de una forma más decidida, pero en ningún país han servido para prescindir de las incineradoras o de los vertederos. Los países que más reciclan son los que más invierten en plantas de valorización energética.

Ovidio Sánchez defendió la vía del reciclaje, en línea con lo que plantea IU, y tachó de anticuados a los socialistas por los argumentos con que defienden las incineradoras. Son tan anticuados como la Galicia de Núñez Feijóo, o la Comunidad Valenciana de Camps, o el Madrid de Aguirre y Gallardón. Por no hablar de la Alemania de Ángela Merkel.
El único error del Principado, con la incineradora, fue esperar cuatro años y optar por una inversión de 200 millones de euros en una época de crisis, cuando resulta mucho más difícil financiar grandes inversiones. En Asturias, para aprobar equipamientos hay que vencer grandes resistencias: hasta los hospitales tienen detractores.