Ante la posibilidad de inaugurar un periodo largo de restricciones presupuestarias, el presidente Areces plantea que las infraestructuras del futuro deberán construirse por el método de peajes en la sombra, de forma que las empresas adelanten el dinero para hacer las obras, para luego rescatarlo con un beneficio según los automóviles que utilicen la autovía o carretera correspondiente. Por ese método se ha desdoblado la antigua carretera que unía Gijón y Oviedo. El peaje en la sombra puede dar paso a peajes mixtos, de forma que las empresas reciban un canon fijo todos los años, que será incrementado por un porcentaje en función de los coches que transiten por la vía. Esa es la fórmula escogida para financiar la construcción de la AS-III, y para construir los accesos a la Zalia.
La reflexión de Álvarez Areces parte de un principio realista: el fin de los opulentos presupuestos públicos, basados en una creciente recaudación fiscal. Si la actual recesión económica fuera un episodio pasajero bastaría con esperar el fin de las inclemencias financieras para hacer inventario de desperfectos y seguir con las pautas y métodos de trabajo de antes de la recesión. Nada indica que la actual crisis se reduzca a un periodo corto, y todos los diagnósticos aconsejan facilitar el cambio de modelo productivo. La Administración también tiene que acostumbrarse a funcionar con otros paradigmas, por eso la hipótesis de presupuestos públicos restrictivos, como elemento estructural del nuevo orden económico, es plausible.
La colaboración de las empresas para financiar las infraestructuras es una vía a explorar. La fórmula de los peajes en la sombra es factible si los bancos colaboran con las empresas, ya que las constructoras no tienen un stock de capital para invertir. El comentario puede parecer una obviedad, pero no lo es porque el Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte conlleva 246.000 millones de euros de inversión, y aunque sólo hubiera que movilizar una décima parte de esos recursos, no sería fácil hacerlo. De muestra vale un botón: el ministro José Blanco lleva meses negociando la financiación de 15.000 millones de euros con empresas y bancos y no ha logrado cerrar el acuerdo. Queda por considerar la fórmula de autovías de peaje, un modelo que discrimina entre ricos y pobres. Como pasa con los AVE.