Empezábamos a hacer la digestión de los resultados electorales y Pedro Sánchez nos ha emplazado a votar, otra vez, el 23 de julio. Sabíamos desde hace mucho que 2023 era año electoral, con una primera cita, avanzada la primavera, y otra a finales de año. Una obra en dos actos, con planteamiento, nudo y desenlace. Como todo relato bien construido, la tensión debería ir ‘in crescendo’ para llegar a un final apoteósico, con un ambiente electrizado, como no conocimos desde que en 1977 empezó a regirse la vida del país por elecciones democráticas.
Sánchez cambió el libreto. Nos rompió los esquemas. No le gusta a nadie la decisión del presidente del Gobierno, salvo a los diputados y senadores del PSOE que le aplaudieron dos minutos para poder repetir en las listas. Las familias lo único que planean son las vacaciones de verano. La fecha elegida por el presidente del Gobierno para decidir el destino del país altera las previsiones de la gente. Como la operación está muy analizada (el candor de los medios contando cómo se tomó la decisión en la noche electoral es conmovedor), la estrategia de fondo no es otra que apostar por la desmovilización. La izquierda ya lo está, ahora hace falta que la derecha también se distraiga y para ello nada mejor que el puente de Santiago. A ello hay que añadir que mucha gente recurrirá al voto por correo. A ver si aparece en la Junta Electoral una caja de cartón sin identificar, llena de papeletas. Mal karma, como dice Rato.
¿Cómo llegan los partidos asturianos a la madre de todas las batallas? Esta semana ya se han publicado encuestas anticipando los resultados de las elecciones generales, pero qué mejor encuesta que los resultados del pasado domingo.
La izquierda radical, también llamada, la «izquierda a la izquierda del PSOE», llega desvencijada. Tras el recuento electoral las acciones de Podemos se hundieron. Entre las 12 comunidades autónomas donde se celebraron las elecciones había en juego 727 escaños. Podemos sólo obtuvo 11. Sí, ha leído bien: de 727 sólo 11. La marca no vale nada. Se quedaron sin argumentos para negociar la integración en una lista unitaria. El lunes, Pablo Iglesias proponía «un frente amplio popular progresista», liderado por Sánchez, para las elecciones de julio. Según Iglesias se trata de «una hipótesis aparentemente ganadora». Nunca vi un náufrago más optimista.
IU, a escala nacional, no tiene la misma fuerza que en Asturias. Las posibilidades de Yolanda Díaz de organizar una candidatura bien ensamblada y con tirón electoral en toda España son muy escasas. Entre la falta de tiempo y la campaña del miedo que ya ha lanzado Pedro Sánchez (nadie crispa como el presidente), el electorado de la izquierda se va a dividir entre el PSOE y la abstención. No digo que el proyecto de la ministra de Trabajo no sirva para obtener una cierta cuota de diputados, pero la posibilidad de alzar una alternativa electoral a los socialistas, tal como pretendía, no se puede hacer en mes y medio. En ese plazo sólo lo logró Berlusconi, en 1994, con Forza Italia.
El PSOE se encuentra en una coyuntura muy difícil, porque ha sufrido un castigo electoral y le mandan volver a las urnas. En Asturias, que es de los poquísimos sitios donde salvaron los muebles, tiene al PP pisándole los talones. En las elecciones generales se pelea en Asturias por siete escaños. Hace cuatro años, el PSOE sacó 3 y el PP, 2. Los dos que faltan fueron para Unidas Podemos y Vox.
En las actuales circunstancias, no imagino que el PP saque sólo 2 ni que la izquierda tenga 4. Añado otra premisa: Vox está fuerte. Y un dato, hace cuatro años, Ciudadanos tuvo 36.000 votos que se acaban de quedar huérfanos. Con esos cuatro elementos se puede componer el puzle.
El PSOE ya está organizando las primarias y los cuadros del partido se presentan para ser votados por los afiliados. Las urnas decidirán. En otros partidos dicen que no hay tiempo para las primarias. La primera de la candidatura al Congreso de los Diputados va a ser Adriana Lastra, por decisión de Adrián Barbón, en uso de su competencia como secretario general de la FSA. Las primarias son muy peligrosas y la experiencia demuestra que resultan el terreno abonado para los ajustes de cuentas.
En cualquier caso, podían el resto de partidos hacerlo mejor. No será el caso. Al margen de ideologías y de filias y fobias particulares, en funcionamiento interno el PSOE es el partido más democrático de Asturias. Y de España, empatado con el PNV. En los demás partidos, las direcciones tienen poderes omnímodos.
Supongo que el PP, tras la positiva experiencia de las elecciones autonómicas y municipales, presentará una candidatura renovada. Me dijo un amigo que ya hay quién se ofreció voluntario, en Madrid, para encabezar la lista. Como el día 18 se tienen que presentar todas las candidaturas, sabremos si el trío formado por Gamarra, Bendodo y Tellado, elegido por Feijóo para coordinar la campaña y formar las candidaturas, aceptará los ofrecimientos voluntarios.
El adelanto electoral de Sánchez tendrá como consecuencia que en España no se tomarán decisiones hasta finales de septiembre. No será antes la sesión de investidura. Los gobiernos autónomos y los ayuntamientos se limitarán a pagar nóminas y aprobar gastos urgentes. Y a hacer declaraciones para que creamos que trabajan a tres turnos. Sin saber si gobierna uno u otro, todo el país queda en funciones.