Han tenido que predecir las encuestas 25 escaños a Sumar para que Yolanda Díaz y Ione Belarra dieran un paseo juntas por las calles de Pamplona. Esto de los paseos en campaña electoral me recuerda los que daba el candidato Rajoy por las calles de Oviedo cuando no tenía ganas de comprobar el tirón que tenía entre el vecindario. En Pamplona la noticia estuvo en que el simulacro de acto electoral sirvió para que Ione Belarra participara por primera vez en la campaña, cuando quedan cuatro días para que acabe. La casi inexistente relación entre Podemos y Sumar es un anticipo del follón interno que le espera al invento de Yolanda Díaz en el periodo postelectoral. Formar candidatura con personas o grupos que se dedican más a criticar que a apoyar son ganas de apostar por un mal resultado electoral y el inevitable lío interno.

Ambas dirigentes insistieron en mensajes conocidos. Belarra demandó una «mayoría progresista y plurinacional». Lo de la plurinacionalidad, en definitiva, lo del nacionalismo, es el clavo ardiendo al que se agarra Pablo Iglesias, una vez rotas las relaciones con el PSOE y Yolanda Díaz. El nacionalismo tiene un discurso rupturista con la Constitución y el ordenamiento jurídico, por eso le resulta útil a Iglesias para formar un frente deslegitimador o, como se dice en los últimos tiempos, «destituyente». Ni que decir tiene que tras Pablo Iglesias va Belarra y lo poco que queda de la cúpula de aquel partido morado que pretendía «asaltar los cielos». Yolanda Díaz aseveró en Pamplona que el único voto seguro para frenar a la derecha es Sumar. Los socialistas dicen que a la derecha se la frena votando al PSOE.

Más allá de la discrepancia aparente, hay un punto en común entre los dos grupos de izquierda: el mejor argumento para movilizar al electorado es enarbolar el discurso del ‘no pasarán’. Ya ocurrió en las elecciones generales del 28 de abril y del 10 de noviembre de 2019: nada es más eficaz con los ciudadanos de izquierdas que despertar la sensación de miedo. Si gobierna la derecha desmonta el Estado del Bienestar, aumenta el desempleo y recorta la autonomía de las regiones. No ocurrió con Suárez, Aznar y Rajoy, pero el fantasma de la derecha sigue asustando a las personas desinformadas, que no son pocas. Las campañas electorales tienen un importante componente emocional que es digerido por los ciudadanos como si fuese un argumento. En España ya hemos visto ganar elecciones con el guion de ‘Pedro y el lobo’, el cuento de Esopo: «que viene el lobo».