Los socios del Gobierno, PSOE e IU, revisaron el cumplimiento del pacto. Los dos partidos se mostraron de acuerdo en la necesidad de mantener la alianza y en reforzar las políticas de creación de empleo y de apoyo a las pequeñas y medianas empresas. PSOE e IU dicen que la finalidad del Gobierno de coalición está en luchar contra la crisis económica, y ese objetivo continúa siendo una realidad, aunque reconocen el derecho a discrepar sobre cuestiones que no estaban en el programa del Gobierno, como la incineradora o el modo de homologación del Hospital de Arriondas en la red pública.

Crear una comisión de seguimiento del pacto y realizar chequeos periódicos a la ejecución del programa de Gobierno es una condición impuesta por IU, que de esa manera busca una relación de igual a igual con el PSOE, aunque la correlación de fuerzas dentro del Ejecutivo (número de consejerías) y dentro de la Junta General del Principado (número de escaños) dista de ser paritaria. Creo que la necesidad de llevar a cabo políticas anticrisis no es la razón que llevó a formar el Gobierno de coalición. Con crisis y sin crisis, el pacto de los dos grupos de izquierda se hubiera realizado, porque estamos en un sistema de base parlamentaria y para cualquier gobierno la primera obligación consiste en hacer viable su acción política en el Parlamento. Dicho de otra manera: el PSOE, como grupo mayoritario de la Cámara, tenía que buscar una alianza que despejara el camino al Ejecutivo de Álvarez Areces. IU aceptó el acuerdo porque con cuatro diputados y un decreciente apoyo social, las perspectivas de hacer política entre dos grandes grupos (PSOE y PP) que le quintuplican en número de escaños eran muy poco halagüeñas.

El pacto funciona en la medida que se pudieron aprobar los presupuestos de 2009 y 2010, dejando al PP marginado en la Cámara. La izquierda gobierna en la región, sin trabas y sin oposición, extendiendo su hegemonía por la mayoría de los ayuntamientos. Para tener un poder tan grande, no se entienden algunas dificultades, como las surgidas con la incineradora, con los informes de la Sindicatura de Cuentas o en torno al Hospital de Arriondas. Aunque cada caso descansa en razones concretas, hay un nexo común en todas esas controversias que tienen que ver con la dificultad de IU para romper con su cultura de oposición. El pasado condiciona el presente.