Baltasar Garzón solicita al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que no le suspenda en sus funciones, tras aparecer en tres causas del Tribunal Supremo. El magistrado de la Audiencia Nacional pide que se inhiban en las deliberaciones tres miembros del CGPJ. Como prueba de su correcto proceder Baltasar Garzón argumenta que la Fiscalía no ve motivos para acusarle. El magistrado asegura que el PP trata de destruirle profesionalmente, por haberse atrevido a investigar la trama Gürtel.

La figura de Baltasar Garzón sirve para constatar uno de los mayores males que sufre la Justicia, al haber penetrado la lucha partidaria en los tribunales. La identificación de las asociaciones judiciales con los principales partidos políticos y la compartimentación del CGPJ por cuotas partidarias diluyen las posibilidades de actuar con imparcialidad.

Baltasar Garzón es el juez estrella, por antonomasia. Cuando la égida de Felipe González empezó a declinar por asuntos turbios, el magistrado Garzón no dudó en investigar las posibles corruptelas. Puede decirse que en aquella época, cuando muchos jueces miraban para otro lado, Garzón ejercía de defensor del pueblo. De forma sorprendente, Bono le sedujo para representar al socialismo en Las Cortes, y el prestigio de Garzón cayó por los suelos. Desengañado de la política (confiaba en ser ministro) Garzón volvió a vestir la toga. Uno de sus primeros trabajos consistió en romper el hermetismo del caso GAL, interrogando y metiendo en la cárcel a Julián Sancristóbal, ex director general de Seguridad, después de comprobar que su caligrafía coincidía con los trazos de una nota manuscrita de los GAL. A partir de ahí siguió su obra hasta rematar el organigrama de la banda terrorista con la famosa “X”. ¡La de problemas que se hubiera ahorrado González nombrándolo ministro! Ahora sería alcalde de Zaragoza.

Con el mismo impulso abrió la investigación sobre la trama Gürtel. La instrucción judicial fue puntualmente retratada en la prensa. Las polémicas filtraciones, que nunca tienen autor. Luego llegó la controvertida causa de la Memoria Histórica, con altos prebostes del franquismo interrumpidos en el descanso eterno. Y ahora se abre ante Garzón la posibilidad de vivir una nueva experiencia, cambiando de silla en una vista oral. Aún está a tiempo Zapatero de nombrarlo ministro.