La política de comunidades autónomas y ayuntamientos vive encapsulada en los límites de sus competencias y permanece, con frecuencia, ajena a los avatares de dimensión nacional e internacional. Este fenómeno no se da entre los ciudadanos que dirigen su atención a las manifestaciones públicas, bien sea de carácter local, regional, estatal o mundial, según la importancia del momento. Andando entre la gente se filtran restos de diálogo que van desde asuntos de barrio hasta el fenómeno Trump, pasando por la amnistía.
Me viene a la cabeza esta reflexión tras comprobar el animado cruce de declaraciones entre el presidente del Principado, Adrián Barbón, el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, y el secretario general de los socialistas castellanos, Luis Tudanca. El primero en tomar la iniciativa en las redes sociales fue Gallardo: «Eres un traidor a tu tierra como todos los socialistas que no han roto su carnet del PSOE». La invectiva estaba motivada por el posicionamiento de Barbón ante la quita de deuda para Cataluña (15.000 millones de euros) acordada entre la dirección del PSOE y ERC. Todas las veces que el presidente asturiano se refirió al asunto de la deuda catalana fue para decir que pedía o exigía un trato equitativo para todos los territorios. Gallardo, que es un vicepresidente de gobierno sin haber pasado por la etapa de Preescolar en la política -sin que ello fuera óbice para que Vox lo pusiera al frente de la candidatura autonómica-, entendió cualquier otra cosa, y por eso lo calificó de «traidor», presentando como prueba el carnet intacto del PSOE de Barbón. El presidente asturiano exigió a Fernández Mañueco, presidente autonómico de Castilla y León, que lo desautorizara porque «también insulta al pueblo asturiano». Tudanca terció en el debate para pedir a Mañueco que eche a Gallardo.
Con la que está cayendo, no entiendo cómo dirigentes de dos comunidades distintas se enredan en un asunto tan anecdótico como ridículo. Para suscribir el ‘tuit’ de Gallardo hay que ser muy estulto, así que no cabe contestación racional. No sé qué pensará el millón de asturianos restante, pero a mí ese jinete no me ofende ni intentándolo. Lo sensato -ayer, hoy o mañana- es hablar de la amnistía, porque está la gente en la calle. Esa es la gran preocupación del momento: ¿cómo los enemigos de la Constitución, que trataron de convertirla en papel mojado, van a pasar por decisión del Gobierno de convictos a héroes? El que me ofende es Puigdemont.