Los miembros del Gobierno asturiano hacen declaración pública de su patrimonio, al igual que los integrantes de las corporaciones municipales. En otras comunidades autónomas los políticos que ocupan cargos institucionales también enseñan la mano abierta para que el pueblo vea que no se quedan con nada. En los tiempos que corren es una práctica obligada. Las declaraciones de los políticos españoles tienen rasgos comunes en todas las esquinas del mapa: muy pocos poseen varios inmuebles, guardan en el garaje coches vetustos, huyen de operar en bolsa y tienen muchos libros. Por sus escasos ahorros cabe deducir que gastan mucho. Viven al día.
La gente lee con avidez los bienes que declaran los políticos y recela de los datos que se publican, entrando en el juego de las comparaciones entre la supuesta riqueza y la oficial pobreza. El asunto no da mucho de sí, porque es una ínfima parte dentro de la declaración de bienes de toda la sociedad. En Asturias no hay 20.000 personas que declaren tener más de 150.000 euros en cuentas bancarias. El dinero y la nariz son las dos cosas más difíciles de disimular, según un dicho popular, pero hay que diferenciar: la nariz es visible, el dinero sólo se olfatea. Más allá del morbo que despierta, la declaración oficial de bienes no sirve para nada. A lo sumo, para ser más escépticos. Me explico. Yo pensaba que una farmacia en Valencia daba para hacerse rico, pero tras conocer lo que ganan unos y otros, estoy convencido que sólo sirve como lugar de tertulia. La gente recela de Camps, pero es muy injusta, porque el 45% de los valencianos declara ganar menos de 12.000 euros y sólo el 2% supera los diez millones de las antiguas pesetas.
En Asturias está muy mal visto ser rico. Somos una región de asalariados, que basa su bienestar en firmar buenos convenios colectivos. Ser político es un sacrificio, aunque el Parlamento no tenga sesiones en enero y julio, más el consabido mes de agosto, en que sólo queda un retén de guardia haciendo declaraciones en la Feria de Muestras para llenar las páginas de los periódicos. Los políticos asturianos son sobrios (el que diga lo contrario, que presente pruebas), veranean en España y compran en rebajas. Prototipo de la clase media. Se los podrá criticar por muchas cosas, pero hay que reconocer que no fomentan la envidia, porque son como nosotros, que no tenemos ni un duro.