La estrategia de oposición del PP, basada en descalificar la gestión económica del Gobierno, encuentra en el aumento del IVA el arma que necesitaba para erosionar al Ejecutivo ante los ciudadanos. Cuando Rajoy critica el creciente desempleo, el Gobierno se refugia en la dimensión mundial de la crisis, de modo que aunque aquí tengamos el récord de generar paro no se puede decir que la causa del mismo sea la política del Gobierno. Con el IVA no sirven esas disculpas, ya que la elevación de los tipos impositivos se debe a una decisión voluntaria de Zapatero.

El PP inició las negociaciones para pactar un plan contra la crisis con el deseo de encontrar un elemento que dificultara el consenso. Reducir gasto público lo pueden compartir todos los partidos con vocación de poder y las medidas para que fluya el crédito también están en el recetario convencional de los grupos mayoritarios. Con las subidas de impuestos ya es mucho más fácil disentir. Desde la época de los gobiernos de Aznar, el PP elevó a dogma económico el siguiente argumento: la bajada de impuestos genera mayor consumo, luego se obtiene más recaudación. Esto es cierto en la fase alcista del ciclo, pero no cuando se está en recesión: la bajada de impuestos genera más ahorro, pero no más consumo. En caso contrario todos los gobiernos bajarían los impuestos en cualquier coyuntura.

El ciudadano medio no entra en ese tipo de disquisiciones y rechaza pagar más. Los socialistas justifican el aumento del IVA para mantener el Estado del Bienestar, pero con más de cuatro millones de parados ese discurso suena a música celestial. Tampoco se cree nadie que la subida del IVA se vaya a trasladar sólo en una cuarta parte a los precios, como dice el ministro Sebastián. El público piensa que todo lo pagará más caro, porque todo tiene IVA.

La lucha del PP contra la subida del IVA se convirtió en cruzada gracias a la campaña de objeción fiscal emprendida por Esperanza Aguirre. Rajoy no quiso respaldar explícitamente a la lideresa madrileña, pero Cospedal pidió a los partidos de oposición el “voto en conciencia”, como si el Parlamento estuviese votando otra vez la interrupción del embarazo. Al final, el Gobierno ganó la moción parlamentaria, con 176 votos, aunque la batalla no ha hecho más que empezar. Dos puntos del IVA pueden convertirse en un vía crucis para el Gobierno.