Un informe sobre la respuesta dada por el Gobierno y la sociedad ante la pandemia destaca errores y aciertos, en un balance equilibrado, sin ribetes propagandísticos. Lejos del mantra que escuchamos durante el confinamiento, «saldremos fortalecidos», el informe señala que ocurrió lo contrario: la experiencia vivida no sirvió para mejorar el sistema sanitario ante eventuales pandemias que asuelen en el futuro, en especial en las tareas de prevención que son las más sensibles para minimizar daños. Se señala que los progresos realizados son escasos y puede llegar una nueva pandemia sin que se hayan adoptado las mejoras recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El dato de los 87.080 fallecidos se critica en el informe al entender que está muy por debajo de la realidad. Investigadores independientes hablan de 150.000 muertes, aunque eso se sabrá cuando el Instituto Nacional de Estadística (INE) cuantifique el exceso de mortalidad. En 2020, el INE dijo que había habido en ese año un incremento de 20.000 fallecidos. También se refleja el impacto que causaron las medidas de prevención (confinamiento, restricciones a la actividad social) en la salud de niños y jóvenes. La sanidad ya tenía problemas de falta de personal y de carencia de materiales.

Todos tenemos recuerdos, datos y anécdotas de aquel tiempo. Unos días antes de anunciar el confinamiento (13 de marzo), en una reunión con una asociación empresarial de autónomos, un altísimo dirigente gubernamental trató de tranquilizar a los allí reunidos con la siguiente frase: «Este es un problema de Italia. No os preocupéis». En consonancia con el planteamiento no se cerraron las fronteras. Tras el duro sacrificio del confinamiento, llegamos a una situación ideal, que nunca hemos vuelto a tener desde entonces: la incidencia acumulada era de tres casos por cada 100.000 habitantes. En ese momento, 20 de junio, Pedro Sánchez declaró que España entraba en la «nueva normalidad»; puertas abiertas al turismo y a echar a perder el trabajo realizado. Durante 25 días en Asturias no hubo ni un caso. Qué ocasión perdimos de prolongar esa situación para presentarnos ante el mundo como territorio seguro. Los test no eran accesibles y las mascarillas inexistentes. Siempre recordaré la frase de Fernando Simón, el gran responsable, «la mejor mascarilla es el distanciamiento social». No se puede combatir el virus con mentiras. ¿Aciertos? Las campañas de vacunación y la disciplina de los ciudadanos.