Ruiz Gallardón ha solicitado respeto para la Justicia, una recomendación que vale tanto para el “caso Gürtel”, como para el “caso Garzón”. En el primero de los supuestos son los dirigentes del PP los que acusan a la Policía de fabricar pruebas, y en el segundo de los asuntos es toda la progresía, con el inefable rector Berzosa a la cabeza, la que descalifican a los tribunales por querer sentar al juez estrella en el banquillo. Tan cierto es que se debe respetar a la Justicia, como que la Justicia debe realizar actos que sean respetables.

En el “caso Gürtel” hay más que indicios de hechos delictivos perpetrados por personas que tuvieron carné del PP o que trabajaron estrechamente con altos dirigentes de ese partido. Ahora bien, ni la Policía ni ningún juez singular pueden saltarse los procedimientos a la torera. Por ejemplo, las escuchas telefónicas tienen que respetar unos procedimientos para ser judicialmente válidos; si un juez actúa de forma que orilla esos protocolos comete un acto muy grave.

Ruiz Gallardón siempre fue el dirigente del PP que mejor se llevó con los socialistas. Esto le proporcionó dos ventajas: una imagen nítida dentro del sanedrín popular y un plus en los sondeos de voto, porque todo el electorado de izquierdas lo escogió como la mejor opción frente a otras figuras del PP. La afinidad de Gallardón con los socialistas también le supuso un hándicap: la hostilidad de los sectores más conservadores del partido, que no cejaron de denostarlo desde los medios afines. A la ubicación de Gallardón dentro del PP hay que añadir un dato económico: el Ayuntamiento de Madrid tiene una deuda equiparable al conjunto de las capitales de provincia. Este hecho es muy importante para comprender el perfil bajo del alcalde de Madrid en el último año. De las obras fabulosas en Madrid ha perdurado el agujero económico. Aún con todo, Gallardón considera oportuno enfrentarse a la opinión de su partido, en el momento en que la “doctrina Cospedal” dio paso a la “doctrina Cascos”. El alcalde de Madrid quiere salir al paso de Esperanza Aguirre, que respaldó las declaraciones del político asturiano, porque barrunta cambios en la dirección de su partido tras las elecciones autonómicas, y teme no estar bien situado para el sprint del final de la legislatura. Antes quería ser jefe de Gobierno, ahora aspira a salir del Consistorio.