Hay algo muy esperanzador que merece ser consignado, y es que la actitud del Real Oviedo desde el comienzo mismo del partido fue positiva. Se luchaba y se iba a por todas, lo que supone que acaso hayamos iniciado una senda que traerá buenos resultados. De hecho, el balance de los tres últimos partidos no está mal y supone enmendar una trayectoria que comenzó siendo, cuando menos, inquietante.
Por otro lado, a la vista del resultado, hoy el sistema funcionó. Y es que –perdón por la obviedad– no sólo hay que acertar con el susodicho sistema, sino que además se trata de escoger a los jugadores idóneos para que el dibujo diseñado en los entrenamientos sea efectivo. Ayer lo fue.
Desde mi punto de vista, lo más destacado del encuentro ante el Rayo fue el oportunismo y el oficio de Michu. Decisivo en el pase a larga distancia que dio lugar al gol de Linares, por cierto, meritorio si se piensa que tenía un defensa contrario a cada lado. Decisivo también cuando fue objeto de un penalti, cuya transformación por parte de Toché sentenció el partido.
Así las cosas, sin que esto suponga que podamos sentirnos eufóricos, da la impresión de que el equipo está en un proceso que puede marcar una buena andadura. Y es que, para hacer una buena campaña, hay varios requisitos imprescindibles. Uno de ellos es contar con un jugador que marque la diferencia. Ayer se demostró que ese futbolista es y tiene que ser Michu. Otro es la ambición de la que se careció en más de un partido, tanto en el Tartiere como a domicilio. Pues bien, ayer también se dio ese paso.
Desde luego, no son pocas las cosas a corregir. Sobre todo, la concentración a la hora de defender las jugadas a balón parado del contrario. Tampoco estaría mal que arriba se viesen más efectivos incorporados en ataque, sin olvidarnos de esa complicidad necesaria en el conjunto que siempre acarrea consecuencias positivas. Y, sin ser un experto en el asunto, tengo para mí que, por las razones que sean, hay jugadores que están lejos de alcanzar el estado de forma idóneo. Cuando eso llegue, también repercutirá en que disfrutemos de un fútbol de mayor calidad. Digo yo que tendrá que llegar.
Afortunadamente, tocaba ganar y se ganó. Se venció y no se estuvo muy lejos de convencer.
Tocaba ganar, digo, en una mañana hermosa. Y, a propósito de la hora en la que dio comienzo el encuentro, ¿cómo no recordar aquellas legendarias mañanas de domingo en los años 70, cuando el Oviedo, en Segunda División, jugaba en Vallecas y tocaba oír la retransmisión del partido por la radio, publicidad incluida durante el desarrollo del encuentro, en la que se hacía mención a una sala de fiestas de Lugones en la que cantaba un cantante panameño?
Jugar contra el Rayo a la hora del Ángelus, aunque esta vez fuese en el Tartiere, fue, en efecto, todo un recordatorio. Y, en esta ocasión, volvió con un triunfo, diría que, anímicamente hablando, imprescindible.