Primer partido del año como locales  en el que la suerte que nos había faltado en anteriores encuentros se puso esta vez de nuestra parte. Porque el Tenerife, sin haber hecho ni de lejos un gran partido, tuvo jugadas de ataque peligrosas, sobre todo, al final de la primera parte, que, por fortuna, no llegaron a materializarse.

Ganamos al límite, con un añadido al final quizás desmesurado, con un árbitro un tanto lento de reflejos, con una entrega de todos los jugadores azules realmente admirable. Por otra parte, si bien es cierto que la suerte nos favoreció por el hecho de que el rival no consiguió marcar, no lo es menos que las lesiones nos siguen persiguiendo. De hecho, así le sucedió a Viti Rozada en el calentamiento previo al partido y su sustituto, Omar Ramos, también tuvo que retirarse tocado. Puede que haya que pensar muy seriamente en esto, preguntarse a qué obedece que la enfermería no termine de vaciarse.

Ganamos sin ser los dueños del partido en la mayor parte de los minutos que el balón estuvo en juego. La verdad es que el equipo canario combinaba mucho mejor. La verdad es que las imprecisiones que hubo atrás nos pudieron costar algún disgusto. La verdad es que en el centro del campo, al tener sólo dos efectivos, es difícil que dominemos.