JUAN CUETO ALAS
Dicen que vino al mundo en los aledaños del Campo de San Francisco. Estuvo por nuestro más acá dando clases en la Facultad de Filosofía y Letras, frecuentando la Alianza Francesa, escribiendo en el diario ‘Asturias’, dirigiendo ‘Los Cuadernos del Norte’, y así un largo etc. Columnista, ensayista, teórico de la comunicación.
Un asturiano universal que tuvo un enorme protagonismo en los medios de comunicación más prestigiosos. Una curiosidad enorme por todo lo emergente, que pasó por su fina ironía y por su aguda capacidad de análisis.
Frente a los intelectuales más sesudos que sólo se ocupaban de lo considerado más trascendente, fue mucho más allá y mucho más acá escribiendo sobre la televisión desde aquellos tiempos en los que el medio catódico aún no contaba con empresas privadas.
Siempre lúcido en sus escritos, mientras que la acidez, que no faltaba, solía tener el envoltorio de la ironía.
Aquellos años ochenta en los que estuvo al frente de los ‘Cuadernos del Norte’, con números dedicados a las efemérides ‘clarinianas’ y ‘ayalinas’, con colaboraciones que abarcaban un amplio espectro de asuntos que convirtieron aquello en una revista de referencia, cuyo prestigio empezó desde el inicio mismo de la publicación.
¿Cómo no recordar aquellos suplementos culturales del diario ‘Asturias’? Y es que no sólo estamos hablando de la brillantez de las columnas que escribió, sino también de su admirable capacidad para elegir a las personas más adecuadas en los distintos temas que tocaba abordar.
¿Cómo no recordar, asimismo, sus artículos en la última etapa de la revista ‘Triunfo’, con temas de varia lección, siempre abordados con una maestría envidiable? ¿Y qué decir de aquella ‘cueva del dinosaurio’ que saludaba, con irónico distanciamiento, a la posmodernidad?
Pero Juan Cueto Alas no limitó su labor a Asturias, labor por la que merece todos los reconocimientos que se le puedan hacer en esta tierra, sino que además, llegado el momento, se convirtió en un referente no sólo en el resto de España.
Esta vez, el Ayuntamiento de Oviedo, al nombrarlo Hijo Predilecto, acertó de pleno, el único pero que podría ponerse es que se le pudo haber distinguido en vida.
En todo caso, no sólo está vinculado a ‘Clarín’ por vía familiar, sino también por el significado de su obra, por haber sabido asomarse al mundo desde la tierra que lo vio nacer, logrando captar lo más importante del pensamiento de los tiempos que le tocaron vivir.
Juan Cueto Alas atesoró todos los ‘ismos’ que en su tiempo han sido, entre ellos, el estructuralismo, y supo darles cabida en sus columnas, en sus proyectos culturales, en sus escasas comparecencias públicas, a las que solía resistirse.
En definitiva, una decisión justa y acertada la de nombrar a Juan Cueto Alas Hijo Predilecto de Oviedo, y es satisfactorio saber que, en este caso, hubo unanimidad.