Esta semana, como a cada principio de mes, se hicieron públicos los datos de paro registrado y afiliación a la Seguridad Social de mayo. Suele ser noticia rutinaria, que se despacha con comentarios también rutinarios durante un día o dos y se olvida hasta el mes siguiente. Sin embargo, cuando el presidente del gobierno anunció el día 31 que los resultados serían buenos, se disparó la expectación. Y no defraudó. 100.000 compatriotas menos registrados en las listas del INEM. Récord histórico. ¿Seguro?
No olviden que la lista del INEM es eso, un registro, en el que se apunta quien quiere o debe. Si, por lo que sea, uno se va, o deja de buscar trabajo, no confía en el INEM para encontrar empleo o no recibe prestación… no se apunta en la lista. Y eso es lo que está ocurriendo. La población activa encoje, ayudando a la caída del desempleo. Por eso, el registro del INEM no es excesivamente fiable. Y menos con los datos de un mes. Por cierto, en junio de 2012 los desempleados cayeron en 100.000… ¿los superaremos?
Se estima más representativa la EPA –que es una encuesta trimestral; para Santiago sabremos qué ocurre ahora– o los datos de afiliación a la Seguridad Social. Tres impresiones sobre la afiliación. Una: mayo sumó 134.660 trabajadores. Sin duda, un buen dato, el mejor de largo desde 2007, cuando fueron 151.973 los nuevos afiliados. A medio camino, por tanto, entre mayos de crisis y auge. Dos: casi 13.000 de esas nuevas afiliaciones son de autónomos. Son más que en cualquiera de los últimos mayos: 4.000 en 2010, 8.000 en 2011, 300 en 2012. Confirmando, de nuevo, su crecimiento. Y, como les decía hace unas semanas, desconocemos aún si son simiente de actividad, situación transitoria o burbuja que terminará por estallar. Pero explican una parte sustancial de la mejora de la ocupación. Tres: ¿Estamos ante algo cíclico, animado por la cercanía del verano? Cierto a medias. De las nuevas afiliaciones, 65.000 corresponden a la hostelería. Pero 70.000 se reparten en ramas tan variopintas como actividades administrativas (11.000) comercio (7.000, la mitad autónomos), educación (7.000), construcción (5.700), transporte (3.300), manufacturas (3.000), profesionales y técnicos (3.000, la mitad autónomos), etc. Sólo la banca pierde empleo.
Pueden decirme que un mes no hace calendario. Y es cierto. Pero las tendencias abonan alguna esperanza. Sé que suena rebuscado, pero si tomamos un año completo, la destrucción de empleo es cada vez menor, pasando gradualmente del -4,6% en enero al -3,7% en mayo, invirtiéndose la tendencia a empeorar que arrastrábamos desde mayo de 2011. Otro dato: en mayo se ha estabilizado –muy lejos aún de ser buena- la crítica relación cotizantes/pensionistas.
¿Estamos ante un cambio de ciclo? Es pronto para decirlo. Las tendencias del empleo –como el sector exterior o las manufacturas- podrían invitar al optimismo. Podría ser, incluso, que el PIB merodeara cerca del ansiado crecimiento. Pero la situación es tan, tan frágil que bastan unas declaraciones ¿inoportunas? de Draghi para que todo se tambalee. Así estamos.