Francia acaba de publicar “Mobilité 21” que esboza las líneas maestras de su red de transportes para los próximos 20 años. El informe asegura que Francia está bien servida de infraestructuras –ferrocarril y carreteras- capaces de satisfacer las necesidades nacionales de transporte, de asegurar la competitividad territorial y aprovechar las ventajas de Francia como nodo europeo. Sostiene también que las inversiones previstas para los próximos años son financieramente insostenibles. De manera que propone acabar las obras ya avanzadas y primar la calidad de las infraestructuras: incidiendo en su conservación y construyendo variantes, corredores metropolitanos, etc. que eliminen cuellos de botella y aseguren la fluidez del servicio. Y mejorar la red ferroviaria convencional, a modo de hijuelas de la AV, pero sin sus carísimas características. Porque una de las claves que diferencia el sistema francés del español es su compatibilidad con la red convencional.
En España –con una dotación AVE y de autopistas superior a la gala- el discurso oficial sigue siendo el de construir una red de alta velocidad que “malle” el país. Y no digamos en Asturias: sugerir que el tramo Lena-Gijón es superfluo roza la causa de excomunión. Seguimos aun manejando argumentos pueriles: “ser región de primera”, etc. Por supuesto, aún hay quien defiende el uso exclusivo para pasaje de los tubos –o el tubo- de Pajares. No hay un discurso racional, que atienda a necesidades reales de la región –recordemos que Pajares es paso mercante estratégico, el 10% del total nacional- de su competitividad, etc. O a las necesidades de los asturianos: quizá sea más útil una buena red de cercanías -que usan 20.000 asturianos diariamente- que una nueva traza –carísima, 2.000 millones sin sobrecostes- entre Lena y Gijón para que 1.000 pasajeros ahorren diez minutos, perdiendo luego 25 en León. Los TGV franceses usan, unos 30 kilómetros antes de llegar a su destino, vías convencionales, a velocidad convencional. ¿Se imaginan un AVE circulando por La Manjoya a 300 por hora? Porque el AVE empieza a reducir velocidad 30 kilómetros antes de destino…
Con todo, algo parece estar cambiando. Documentos internos de Fomento apuntan en la línea de racionalidad inversora que sugiere el documento francés. Pero la gran diferencia entre el informe galo y el español está en que los franceses no lo filtran, sino que el Gobierno lo encarga al Parlamento. Y sale de allí con la rúbrica de todos los partidos. Y parece un documento con visión a largo plazo, velando por los intereses de “la nación”. El español quizá atienda más a una visión coyuntural, compatible con el aprovechamiento de las ayudas europeas a la construcción de infraestructuras. De ahí, tal vez, algunas cosas “extrañas” que sugieren los técnicos de Fomento.
En esto de las infraestructuras quizá supeditemos la visión de Estado al interés electoral. Careciendo de generosidad y valor para consensuar una propuesta razonable y presentársela a la ciudadanía. Perseveramos en la comedia política de quien es más grandón. O quién da más. Pero, claro, poner el cascabel al gato requiere algo de lo que carecemos: liderazgo.