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Jacobo Blanco

Qué nos pasa

Asturias ante la salida de la recesión

Todo apunta a que, Siria y BRICs mediante, la interminable recesión podría dejar paso a una tenue recuperación, aunque lastrada por el fardo de los ajustes y reformas pendientes y las fabulosas deudas del Reino. Los datos objetivos -exportaciones, indicadores adelantados, consumo de carburantes, turismo, confianza de los consumidores y empresarios, economía europea, aunque sea con fórceps…- espigan por ahí. También parece mejorar la percepción subjetiva: muchos empresarios aseguran que este año venden lo mismo o algo más que el año pasado y cada vez son más los trabajadores convencidos de lo peor quedó atrás.

Quizá sea momento de pensar en lo que nos ha ocurrido, por qué nos ha ocurrido y cómo evitarlo en el futuro, planteando estrategias de crecimiento. Y más aún en el caso de Asturias. Creo que no sobra una reflexión sobre por qué, cuando la bonanza, el Principado figuraba, año tras año, entre los colistas del crecimiento y cuando la recesión, y contra pronósticos oficiales y oficiosos, aparecemos entre los campeones de decrecimiento: entre 2008 y 2012 nuestro PIB cayó a un promedio del 2,1% anual frente al 1,3% nacional. Sólo por detrás, y por poco, de Castilla-La Mancha y Valencia. En el mismo periodo, España perdió el 17% de sus ocupados; Asturias el 18%, 80.000 empleos. Sólo nos superan las regiones mediterráneas y Castilla-La Mancha, con caídas del 18 al 20%. Para 2013, las perspectivas no parecen favorables. Un dato: las exportaciones españolas crecieron un 9% durante el primer semestre; las asturianas menguaron un 7%.

Parece evidente que el camino elegido por los asturianos durante los últimos 30 o 40 años no es el más adecuado. De la impresión de que hemos centrado la estrategia regional en la captura de rentas externas, de cualquier fuente y con cualquier excusa, para escamotear la declinante realidad. El resultado ha sido un éxito: Asturias es una de las regiones con más rentas transferidas. Si no la que más. Asunto distinto es el resultado práctico de esa estrategia.

Terminal de contendores de Vigo

Miremos hacia Europa y el resto de España. La resiliencia a la crisis de potencias industriales y exportadoras como Alemania u Holanda se replica, excluyendo las insularidades canaria, balear y madrileña, a escala nacional. Las regiones que mejor han capeado la crisis son las más industrializadas –País Vasco, Navarra- o las más exportadoras –de nuevo País Vasco y Navarra, más Galicia y, con matices, Cataluña. También aquellas con un sector agroalimentario potente: Galicia y Castilla-León, quizá La Rioja. Sorprende cómo el País Vasco ha levantado o mantenido una potente industria electrónica y de maquinaria (decuplicando la astur) comparable ya a su metalurgia. O Galicia y Castilla y León notables y competitivos sectores agroalimentarios (el galaico cuadruplica el nuestro, el castellano lo octuplica) y de material de transporte. Asturias no ha construido nada de todo eso. Al contrario, seguimos apoyándonos en una industria básica, tradicional, con frecuencia altamente contaminante y/o mantenida por motivos políticos o sociales. Quizá todo ello nos dé alguna pista sobre qué nos pasa, qué nos puede pasar y qué hacer. Seguiremos.

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Sobre el autor

Tras un cuarto de siglo –y lo que quede- dedicado a la investigación social aplicada en el sector privado, en el público y al alimón, quizá fuera el momento de saltar a la palestra que me ofrecía El Comercio y aportar algo –o intentarlo, al menos- a la reflexión serena y, en lo posible, documentada y original, sobre lo que nos pasa.


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