>

Blogs

Jacobo Blanco

Qué nos pasa

Corrupción

El tsunami de corrupción que anega España dispara, con razón, la alarma de una ciudadanía maltratada por la crisis. Pero tendemos, nuevamente, al aspaviento y la sobreactuación: nuestros políticos dicen ahora sentir “asco” -¿no será repugnancia, aversión,..?- y expulsan de sus partidos, fulminantemente y casi sin garantías, a quienes son imputados o detenidos. Ya se verá luego si son inocentes. La ciudadanía,  a veces bajo premisas erróneas de diagnóstico, clama y amenaza incluso con blandir la guillotina. Pero da la impresión de que, como suele sucedernos, nos quedamos en la gesticulación y la indignación improductiva que mira al dedo y no a la luna. Quizá deberíamos preguntarnos cómo Europa y, España particularmente, pueden construir democracias sin corrupción partidaria y sindical, qué tipo de corrupciones padecemos: de partido, personal, funcionarial…Pero y sobre todo, abandonar el aspaviento y pensar en soluciones, siquiera paliativas, mirando de reojo la experiencia de otros países.

Podemos mirar  a Italia, donde el movimiento Mani Pulite sacó a la luz lo que se llamó Tangentópolis allá por 1990. El resultado fue la caída del régimen, cambio constitucional incluido, generando un vacío partidario que, hasta hoy, ha ocupado el populismo televisivo berlusconiano. El otro día escuchaba estupefacto a un italiano explicarme como “Renzi gobierna a cambio de no meter al Cavaliere en la trena. Y mientras, las comisiones aquí llegan hasta el 75%. ¡Suerte que tenéis en España con vuestros 3%!”

O a Alemania: en los años 90 afloraron casos gravísimos de financiación ilegal, como las comisiones por la venta de carros de combate a los saudíes, o los casos Elf y Kirch, que terminaron con las dimisiones consecutivas de Kohl y  Schäuble como dirigentes de la CDU. La reacción fue muy germana, modificando leyes de financiación y de transparencia. Las cosas han parecido calmarse desde entonces, por más que algunos, como Transparency Deutchland denuncien celo excesivo con lo anecdótico –esas dimisiones por plagios- y escaso con lo mollar, asegurando que sólo aflora “la punta del iceberg”.   

Nos decía días atrás el profesor Villaverde que ahora sólo vemos la cola del bicho (la corrupción) y tenemos que iluminarlo para verle algo más. Pero que no podremos verle la cabeza ni, dese luego, matarlo. Porque sería algo inédito, más aún en sociedades latinas como la nuestra. Parece, en fin, que no basta con prohibir o castigar. Quizá tampoco sea posible eliminarla, como ha sucedido en Alemania o Italia. Pero sí reducirla. Además España es, según todos los datos disponibles, y fuera del ámbito partidario-sindical y de algunos de sus dirigentes, uno de los países menos corruptos del mundo: aquí es excepcional -tanto o más que en Escandinavia- el pago de coimas a empleados públicos, por ejemplo. Eso que tenemos ganado. Diagnostiquemos el problema y afrontemos el ineludible perfeccionamiento de los mecanismos de transparencia, formación, información y control, a escala nacional e internacional, con la colaboración necesaria de la sociedad civil y…de la clase política. Estamos ya en ello y en ello debemos perseverar. Pero puestos a mejorar, quizá sea más acertada la serena senda germana que la sobreactuación lampedusiana  de Italia ¿No les parece?

Temas

Sobre el autor

Tras un cuarto de siglo –y lo que quede- dedicado a la investigación social aplicada en el sector privado, en el público y al alimón, quizá fuera el momento de saltar a la palestra que me ofrecía El Comercio y aportar algo –o intentarlo, al menos- a la reflexión serena y, en lo posible, documentada y original, sobre lo que nos pasa.


noviembre 2014
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930