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Jacobo Blanco

Qué nos pasa

Demografía: una clave ignorada

La demografía es una de las claves del futuro. Desde  las políticas de bienestar  hasta las pautas del consumo privado, todo está condicionado por las dinámicas vegetativas y migratorias, de la población.  Los indicadores que ofrece hoy EL COMERCIO muestran como en Asturias esas dinámicas son particularmente preocupantes. Récord, por lo negativas, en Europa. Y diríamos que en el mundo. Asturias envejece, se muere. Y su impacto silencioso sobre nuestras políticas públicas, sobre nuestra estructura económica se hace cada día más patente. Otra cosa es que lo queramos ignorar.

 Aunque las causas de las tendencias poblacionales son muy discutidas por los expertos, intentaremos aportar algunas claves que condicionan las asturianas.   

 1. La adopción de una pauta demográfica moderna común con casi toda Europa (también EEUU y, en menor medida, y más recientemente, Latinoamérica). Esto es, un modelo de baja mortalidad y baja natalidad, siquiera por comparación con ratios históricas. Recuerden cuántos hermanos tenían sus abuelos. Piensen en cuántos hijos o hermanos tienen ustedes. Es lo que se denomina Transición Demográfica. España la completó a partir de 1950. Pero Francia, por ejemplo, la puso en práctica en el XIX. Los datos para ciertas regiones de Turquía o para la Guyana francesa se explican, siquiera en parte, por no haber completado aún la transición hacia un modelo demográfico plenamente moderno. 

 2. El modelo demográfico moderno tiende a avanzar, en toda Europa, no sólo hacia una reducida natalidad, sino también al retraso del momento de tener el primer hijo, ampliando las horquillas generacionales y rebajando aún más la natalidad. Las mujeres españolas, y las asturianas en concreto, están retrasando su primer hijo hasta bien pasada la treintena, algo por encima de la media comunitaria. ¿Por qué? Las mujeres -que  a efectos demográficos, son las que cuentan- no sólo estudian muchos más años que en 1975, sino que también inician una carrera profesional cuya consolidación les ocupa hasta bien entrada la treintena. Además disponen de tecnologías anticonceptivas fiables que les permiten controlar su reproducción.

 3. La escasez del trabajo es otra de las claves que explican la escasísima natalidad de España y, en particular, de Asturias: retrasa la consolidación profesional de las mujeres y de sus posibles parejas. La tasa de ocupación en Asturias, o en Lugo, o en Zamora,  o en Basilicata, en torno al 40%, no sólo es muy inferior a la europea, sino también a la nacional. Escasean los recursos necesarios para criar a los hijos -o hijo- en las condiciones que los padres desean, iguales o mejores que las que ellas disfrutaron en su infancia.  Recordemos, además, que en Asturias  venimos de tiempos mejores. Por si fuera poco, el trabajo no es de calidad. El 58% de las españolas entre 18 y 39 años están ocupadas con contratos temporales. El salario más frecuente es de 12.000 € brutos anuales. Todo contribuye  a crear incertidumbre y desanima a emprender un proyecto vital a largo plazo como es la crianza de un hijo. Pueden argüir  que en Turquía disfrutan una elevada fecundidad mientras la ocupación es bajísima: pero muchas de sus regiones aún no han completado la transición demográfica. Está, además, está la importancia de lo cultural (léase religión, tan presente y cada vez más). Una variable cultural que, a la inversa –secularización, quizá consumismo- también contribuye en España y Asturias a reducir el número de hijos.

 4. Asturias, región industrial, completó antes que otras regiones españolas la transición demográfica. La suma de una natalidad ya baja desde hace dos generaciones, el goteo de la emigración juvenil desde hace décadas y la escasez de empleo, así como el retardo en tener el primer hijo, amplifican la baja natalidad: tenemos pocas mujeres en edad fértil, que a su vez tienen pocos hijos y tardíos.

 5. Las políticas de apoyo a la familia en España –también en Asturias- son escasas. Según Eurostat, España dedica 258 € por habitante y año a apoyar a la familia y la infancia, cuando la media en la UE-15 es de 613€ y en Irlanda o Escandinavia supera los 1000€. España emplea recursos ingentes en pensiones o desempleo, pero no en políticas familiares. Tampoco nuestros horarios y costumbres, ni las políticas de conciliación, ayudan. Hay una pauta latina, compartida con Italia, de que sean los abuelos los que cuiden de los críos. En España, con más o menos intensidad, el 67%. Hasta el punto de que un factor significativo de localización residencial en España es la proximidad a la casa de los padres -o la madre- de ella. En Italia no es insólito compartir techo con la familia materna.  Un elemento que anima la natalidad en los países del centro y norte de Europa es el trabajo a tiempo parcial, aunque estable y bien remunerado. En Holanda, el 50% de los empleos -75% entre las mujeres-, lo son. Y, aunque menos, también abunda en otros países, como Suecia -25%-, Alemania,… 

 6. La combinación de estos factores: fase avanzada de la transición demográfica, secularización, segunda generación de baja natalidad, magro crecimiento económico, empleo escaso, incierto y relativamente mal pagado, políticas familiares exiguas, dificultad para conciliar, explican la baja natalidad en Asturias de un hijo por mujer, muy inferior a las medias española (1,27 hijos) y comunitaria (1,55). Y es que Francia, Reino Unido, Bélgica, Escandinavia, etc. registran tasas cercanas a la tasa de remplazo, dos hijos por mujer, sin grandes discrepancias entre regiones. Excepcionalmente, Alemania y Austria presentan tasas en torno a 1,4 hijos. No están claras las causas. Más allá de motivos históricos o culturales, quizá influya que Alemania padece elevadas tasas de mujeres jóvenes –con frecuencia madres solas- con contratos temporales (37%) y de trabajadores pobres (24%). Pero es una mera hipótesis. El caso italiano, aunque no tan radical, es similar al español.  En España parecía que, hasta 2007, avanzábamos hacia los 1,5 hijos por mujer, pero la pauta se truncó con la Gran Recesión. Quizá este año mejore. Podemos dibujar, por tanto, tres modelos demográficos en la UE: uno, Atlántico-Escandinavo, con una fecundidad cercana a la tasa de reemplazo; otro, mediterráneo, de baja fecundad y un tercero, germánico, intermedio. Las pautas para el Este de Europa mostrarían, con ciertas disparidades, niveles similares a las germánicas, pero en un contexto muy distinto.

 7. En resumen, el problema demográfico de Asturias –y de otras regiones- es colosal, por su impacto sobre las políticas públicas, las pautas de consumo y, en general, sobre la sostenibilidad social y económica de la región. Asturias padece la menor tasa de crecimiento económico,  la tasa de ocupación más baja -o de las que más- la menor de natalidad, la mayor de mortalidad y la más elevada de suicidios. No es para estar orgullosos.

Estamos, por tanto, ante la que debería de ser una de las claves de acción de nuestro inminente gobierno regional, incidiendo sobre la inversión, la atracción de capitales, el crecimiento económico, el buen empleo, las políticas públicas familiares y la conciliación y los usos del  tiempo. Sorprende, por tanto, que estos días, en los que se habla de pactos y acuerdos, parezcan predominar las estrategias, tácticas y objetivos políticos a corto plazo, o incluso la mera ocupación del poder, sobre asuntos capitales para nuestro futuro como la demografía y todas sus implicaciones. Que son muchas y decisivas.

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Sobre el autor

Tras un cuarto de siglo –y lo que quede- dedicado a la investigación social aplicada en el sector privado, en el público y al alimón, quizá fuera el momento de saltar a la palestra que me ofrecía El Comercio y aportar algo –o intentarlo, al menos- a la reflexión serena y, en lo posible, documentada y original, sobre lo que nos pasa.


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