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Rafael Fernández Tomás

Reflexiones de Belarmino

HIROSHIMA .

El día de hoy es uno de los días más tristes de la historia del ser humano.Un día como este, despegaba un B 52 llevando en sus entrañas el resultado de aquellos brillantes científicos que luego de años había logrado producir con el resultado de los trabajos de científicos: la Bomba Atómica., despegaba de los Estados Unidos.En su morro pintado el “Enola Gay”

Un día como hoy, hombres, mujeres y niños hacían su vida normal en la ciudad japonesa de Hiroshima. Escuelas, fabricas, mercados hacían su vida normal en esa ciudad , sin saber que les esperaba.

El piloto de aquel avión norteamericano, surcaba los cielos de todo el Océano Pacífico, con aquel cargamento que un gris Presidente de los Estados Unidos, que había llegado al ser Vicepresidente de uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos Franklin Delano Roosvelt al fallecer éste,  que se llamaba Henry Truman. Este hombre en una sociedad normal sería el dueño de una sombrería,sin preparación,tan adorado por su mamá, y que llegó a aquella silla donde se manejaba el ,mundo de casualidad.

Hablaba en el despacho Oval, con varios de sus “cuates”, sin chaqueta, riéndose del chiste de alguno de sus ayudantes mediocres del Medio Oeste, y encargando un güisqui  para celebrar lo que se produciría unas horas más tarde en otra parte del mundo.El , tan ligado a su madre,sabía el orgullo que ella sentiría de de lo que su amado hijo iba a hacer  y que lo pasaría a la historia.

Los niños de Hiroshima empezaban el día con la tareas que les había encomendado su maestro.Las mamás  terminaban de prepararse el desayuno para ellas y sus hijos menores; en el mercado los hombres y mujeres ya habían empezado el día, unos comprando y otros vendiendo.El verde de aquella ciudad, con sus árboles centenarios veían al sol aparecer de nuevo, y hasta los animales felices deambulaban por la ciudad o estaban en sus granjas.Los pajaritos volaban de árbol en arbol y las gallinas ponían sus huevos.La vida de un día normal en esa ciudad de unos 300,000 habitantes, orgullosamente para ellos: ” su Hiroshima”.

Se acercaba aquel piloto a las miles de islas de Japón, la hamburguesa ya degustada, y un poco nervioso.Saco su chicle Adams del imperio del chicle norteamericano, se acomodo y su B 52, el Enola Gay seguía mantenía  el rumbo.

El mundo estaba contento por que había terminado la Segunda Guerra Mundial.Las familias volvían a agruparse después de que el ejercito rojo había tomado Berlín y acabado con aquel dictador alemán, que había acabado con millones de habitantes en todo el mundo, y que además había pasado, en el colmo del sadismo humano, a crear cuartos de gas y hornos crematorios donde pasarían 10 millones de judíos y, entre ellos cerca de 500 asturianos,como relataba Bruno Alonso.

Por fin había acabado la pesadilla y en el mundo las heridas empezaban a cicatrizar,pero faltaba una rendición de un país aliado a Alemania y a Italia, Japón.

Nadie en el mundo,salvo aquel Presidente tan querido por su mamá, y unos cuantos más, y por supuesto aquel piloto que ubicaba en su radar aquella ciudad de Hiroshima, lo sabía, mucho menos aquellos habitantes de aquella ciudad.

De pronto, sobre su objetivo, aquel ilustre piloto, apretaba un botón y dejaba caer aquella bomba,tan diferente a cualquiera otra de la historia.

El infierno cayó sobre aquellos niños, padres, madres, bebes, animalitos y arboles, al impactar aquella primera Bomba Atómica con la superficie.El primer kilómetro alrededor de donde había caído, desapareció  todo en segundos por las barbaras temperaturas, no quedando nada vivo, ni sus rastros.Se habían evaporado.El enorme hongo que les cayó encima, mientras aquel piloto con su avioncito, huía a toda velocidad después de ver lo que había hecho y que el hongo no lo pudiera alcanzar, mientras que decenas de miles más fallecían por el calor, la radio actividad.Los niños en sus pupitres ni siquiera llegaron a entender que había pasado, sin es que no estaban en el kilómetro de diámetros que desapareció, en segundos

De pronto aquella ciudad se convirtió en una Infierno.De nada servía correr.La muerte les perseguía implacable.Creo que lo más parecido a algo similar al “infierno” del que se habla en la Biblia,pero este real.

Al ser informado en el despacho Oval Harry Truman, levantóse de su sillón y grito, ante sus “cuates”, : “Güisqui para todos”.

Los científicos que habían dedicado su talento en crear aquella bomba, por fin fueron sensibles del monstruo que habían creado.Los altos mandos del Ejercito Norteamericano, decían orondos: ” Somos lo máximo; a ver quien se atreve a enfrentarse con nosotros, ahora”.

Los ciudadanos del mundo, que habían seguido aquellos años la barbarie de la Segunda Guerra Mundial creada por un alemán resentido que también había participado como soldado en le primera Guerra Mundial, también iniciada por Alemania, no daban crédito.Lo que había pasado en el Gran Guerra y en la Segunda Guerra Mundial, nada que ver con lo que se habían enterado y sobre todo cuando vieron el Gran Hongo y sus resultados.

Hoy, hace 70 años del día más trágico de la historia de la humanidad.Nadie lo podemos olvidar y recordar que tres días más tarde sobre Nagasaki volvería aquel Harry Truman y el imperio, a dejar caer la segunda Bomba Atómica.

Hoy Rusia tiene 4,200 bombas atómicas; los Estados Unidos 2,500; y unas cuantas decenas el Reino Unido, Francia, Israel, Pakistan, India y hasta Corea del Norte.

Un día como hoy se desató la Era Atómica, hoy callada pero…….

 

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