Volaba de Argel hacia la base militar de Tindouf,sin tener idea de los hermosos días que vendrían por delante.
Aquella visita a la República Arabe Saharahui Democrática, era además de una visita a un pueblo heroico, mi primera visita al Desierto del Sahara.Cuando aquellos hombres nos recibieron en el aeropuerto y nos introdujimos a su territorio, no sólo nos envolvía el ocre del desierto sino la ternura de un pueblo.
Cuando llegamos tras varias horas en jeeps, nos encontramos en pleno desierto una ciudad casi completa, levantada por aquellos hombres y mujeres quizás en menos de un mes.Una serie de jaimas para 100 invitados”occidentales”,con unas alfombras delicadas en el piso, luz eléctrica y agua cristalina. Todo fué sorprendente, nuevo, pero sobresalió la entrevista con Abdelaziz el líder y Presidente de aquella República.Figura de un hombre duro y cariñoso, que coplementaba las figuras de aquellas mujeres con su vestimenta que les cubría desde la cabeza hasta el piso, siempre a la puerta de las jaimas con el Te de Menta,en aquellas teteras de plata, inolvidables.
A esos hombres los llamaban los españoles los Príncipes Azules del Desierto. Hombres sabios, que me hicieron recordar a los mayas y lo que tenían en común: no tener montañas(en Yucatán) los mayas y los saharauis el desierto, lo cual los llevaba a entender,observar y comprender a los astros, en aquel medio casquete de cielo azul y estrellado, que no se puede ver más que en lugares tan lejos de la presencia del hombre desde 1879, que se inventa la luz eléctrica.
Al regresar en 22 jeeps, por rrazones, las que sean yo iba en el primero.De pronto empezó a amanecer.A aquel casquete azul único, de media tierra, aparec´ñia con el amanecer y enfrenté de nosotros aparecía, como algo inexplicable pos su belleza,el sol,apenas sus primeros rayos.Era tan,tan hermoso que yo me eché a llorar.Había entrado por la piel. Más adelante a las 7 de la mañana la caravana hizo un alto, y de pronto descubrí algo de en aquel momento no sabía bien. A l costado izquierdo de la caravana los occidentales orinando, pero del lado derecho los musulmanes, los saharuies rezando.Que mejor imagen para comprender en algo tan sencillo, a Occidente y Oriente.
Por supuesto fué la única vez que tuve el gusto de ver y oír a Abdelaziz, a quien ahora recuerdo tras su fallecimiento hace unas semanas, y a todos los hombres que nos visitaron en México, donde el PST, era el único partido que tenía relaciones con ellos
Unos años más tarde, me encontraba en el aeropuerto de Orly, en París, y al frente de mi para los trámites, una pantalla señalaba Casablanca.Era una tarde donde ,de repente,me sentí en la historia de aquella película en el Ricks, en Bogart e Ingrid Bergman .Por fin iba a conocer Casablanca. Era una Interparlamentaria México -Marruecos, y al llegar era de noche y tras los saludos y el te de menta,pero en el salón oficial, no hubo oportunidad de ver nada de aquella idílica ciudad.
Al amanecer, ansioso, me asomé a mi ventana, y me encontré en un 20 piso de un edificio,como todos los del alrededor, de estilo francés sin ningún intereses.
Por supuesto, después el embajador mexicano me comentaba que la película habáaia sido filmada en…..Hollywood.
Por supuesto, en el ambiente, en los diarios, estaba presente la espina que más le duele a los marroquies: El Sáhara.Es impresionante el regimen de los reyezuelos de ese país y la indiferencia de España, de todos sus gobiernos por razones estratégicas.
Cuando pedía la palabra en la tarde, empecé: ” Vengo de estar con Abdelaziz…..” y la irritación, después de la traducción, de aquellos parlamentarios era de tal magnitud que no pensará que nadie los retara así. “Por supuesto, he estado con Abdelaziz, pero, ¿ por que estoy aquí?. Por quiero conocer la otra versión quiero .A partir de ese momento cambiaron las actitudes, y en la noche en la casa del Embajador, de cuya vajilla conservó en Gijón, una vasito precioso inigualable de la vajilla del Embajador donde me había tomado aquel otro te de menta en la Embajada, luego que el Ministro de Relaciones exteriores marroquí me felicitaba: “Usted ha salvado la reunión”….
Por supuesto el trato despótico de los hombres del gobierno al llevar a sus invitados a ver la construcción de la Mezquita de Casablanca, ante el propio pueblo marroquí, me reafirmó en lo que pensaba, pero mientras degustaba lo que debió ser observar la construcción de las catedrales góticas impresionantes.
A un costado de un río se alzaba el Minarete de muchos metros de alto,el mayor que nunca hubiera visto.Dentro en un espacio parecido a lo que era la plaza del Zócaloe en Ciudad de México, se alzaba tremenda mezquita y yo veía a decenas de metros, los andamiajes de madera y arriba, casi como hormiguitas a los trabajadores que su pincel o su brocha decoraban aquel enorme techo.Si la visita al desierto había sido impresionante el tener la oportunidad de contemplar vivo, esa majestiosa Mezquita de Casablanca, creo que la segunda mayor del mundo, después de la de La Meca, esto no dejaba nada de desear.
El reflejo sobre el río y el sorprendente techo que se abría o cerraba según las necesidades, no tenían nada que envidiar a los grandes parques de beisbol que conocí en Estados Unidos o los de futbol de Europa
Ya en México, las atenciones del gobierno marroquí de su embajador iban en aumento, como en aumento iba mi tristeza por ver como España y todos sus gobiernos abandonaron la lucha del pueblo saharui, por darle prioridad a Marruecos ya con Hassan II o con Mohamed V.